Mercedes Araoz

El reciente reconocimiento del ministro de Economía y Finanzas, Alex Contreras, de que estamos en recesión esconde un dato mucho más grave aún. La infancia en el Perú está en riesgo, porque los indicadores claves para su desarrollo están en franco deterioro.

Por ejemplo, basta observar los resultados en anemia del primer semestre. La Encuesta Demográfica y de Salud Familiar (Endes) del primer semestre muestra que la anemia por déficit de hierro en los niños menores de tres años está de nuevo en niveles picos. En el ámbito nacional, alcanza al 43,6% de dicha población, y su prevalencia es mayor entre los infantes del área rural (50,7%) frente a los del área urbana (40,9%). Si usamos la encuesta del 2022, llama la atención que en el área urbana se incrementa (1,9 puntos porcentuales) mientras que en la zona rural disminuye (-0,8 puntos porcentuales), lo que refleja, de alguna manera, la precarización de los ingresos de las familias urbanas.

Recordemos que, en las zonas urbanas, las familias se encuentran sin opciones de programas sociales de sostenimiento, como sí las tienen las de la zona rural. Si se observan los resultados por las tres regiones del país también en el 2022, la sierra sigue siendo la zona con más prevalencia de anemia (51,7%), seguida por la selva (45,9% y, según Endes, con una mejora significativa de 6,6 puntos porcentuales). La costa tuvo un resultado en el 2022 de 38,1% de anemia, pero creciendo respecto al año anterior 3,7 puntos porcentuales, lo que se condice con el deterioro de la situación en las áreas urbanas, mayormente concentradas en la costa. Por lo tanto, con tasas de crecimiento como las que observamos en estos últimos meses, más el impacto de la inflación y sin enfoque en la gestión pública para atender este problema, esperamos que la anemia se agrave a fines del 2023.

La asociación civil Inversión en la Infancia, en conjunto con Ipsos Perú, ha llamado la atención con una reciente encuesta que confirma la emergencia alimentaria que vive el país. El 51% de hogares, más de la mitad de las familias del Perú, padece de inseguridad alimentaria tanto severa como moderada, 16,8 millones de personas se enfrentan a una situación en que pueden estar pasando hambre en estos momentos. Esto significa que el 56% de los niños del país (1,8 millones) corre peligro de sufrir enfermedades como anemia, desnutrición crónica, diabetes, sobrepeso y obesidad incluidos. Todo esto puede llevarnos a perder a toda una generación, pues sus capacidades cognitivas y sociales se verán limitadas en su desarrollo y sus posibilidades de enfrentar los cambiantes mercados laborales del futuro próximo se verán complicadas.

Y no se trata solo de entregar recursos monetarios, el reciente programa Con Punche Perú, aprobado por el Congreso, incluye S/250 millones para temas sociales, entre ellos S/36 millones para la lucha contra la anemia, S/175 millones para el programa de alimentación escolar Qali Warma y S/17 millones para programas para la primera infancia. Sin embargo, sabemos que los presupuestos asignados a los gobiernos subnacionales no se ejecutan a cabalidad. El problema es de liderazgo y gestión. Liderazgo, porque no es tema de prioridad ni de la presidenta Dina Boluarte ni del presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola. Este último debería coordinar con todos los sectores y los gobiernos regionales y municipales las acciones para lograr metas claras en todos estos indicadores en plazos cortos y exigiendo el cumplimiento de las metas.

Sabemos que la Comisión Interministerial de Asuntos Sociales (CIAS) no se reúne hace tiempo. El Congreso tampoco lo prioriza. A diferencia de Parlamentos anteriores, en este no funciona más la Comisión de Inversión por la Infancia, que hacía seguimiento a las acciones del Ejecutivo en esta materia. No hay ya coordinación entre los actores públicos, privados y de la sociedad civil que en períodos anteriores colaboraban y lograron que nuestro país se distinguiera como el que más reducía desnutrición crónica y anemia. Si ya se hizo, lo podemos hacer de nuevo. Tenemos que priorizar el crecimiento y, sobre todo, focalizar nuestros esfuerzos para que nuestros niños tengan un futuro promisorio y sean el orgullo de nuestro país.

Mercedes Araoz es exvicepresidenta de la República