Recuperar lo abandonado, por Juan Carlos Domenack Lentzkow
Recuperar lo abandonado, por Juan Carlos Domenack Lentzkow
Redacción EC

Hace unos días se incendiaron dos casonas coloniales en el . Si bien este es un evento fortuito y aislado, permite preguntarnos si existe un trabajo planificado y coordinado para preservar el patrimonio de nuestros centros históricos.

Es innegable que algunos edificios poseen mayor valor arquitectónico e histórico que otros. Sin embargo, el valor de los centros históricos está determinado por el conjunto de edificaciones que lo forman, tanto por los monumentos importantes como por el contexto de casas, calles, veredas y plazas que nos conducen a ellos. La política de conservación de los centros históricos, para ser efectiva, debe extenderse a toda su área de influencia con el mismo cuidado.

Pero conservar centros como el de Cusco o no significa reunir presupuesto y ejecutar un plan de reparaciones y puestas en valor, sino que va mucho más allá. Pasa, primero, por darle vida y uso al centro mismo. Iniciativas bien intencionadas como Adopta un Balcón son soluciones provisionales que han permitido alargar la vida de fachadas a punto de colapsar, pero que requieren un plan integral que solucione el problema de fondo.

Lima es uno de los pocos donde su Centro Histórico está abandonado y cuyo uso ha sido deformado. Las razones principales son varias. Entre ellas la migración del centro financiero a otros puntos de la ciudad, el consiguiente abandono y tugurización de sus viviendas y el decaimiento del nivel de su comercio, que generaron que perdiera protagonismo, dando paso a un uso deformado y poco atractivo. En los centros de ciudades importantes como París o Roma se han diseñado las circunstancias para que suceda todo lo contrario, no son solo sedes del gobierno, sino de las entidades financieras más importantes, infraestructura hotelera más costosa y de los predios e inmuebles de más alto valor.

Restaurar una casona es muy costoso y la mano de obra adecuada para ello es escasa. El uso que se le puede dar a un inmueble antiguo, salvo contadas excepciones, no permite afrontar una inversión de esta naturaleza. Como consecuencia, no es rentable invertir en el Centro Histórico, por lo menos no de la manera correcta.

Para preservar el centro y sus edificios, es preciso revalorizarlo, darle protagonismo nuevamente. Por ello, es necesario poner en marcha planes de incentivos tributarios, de seguridad, de transporte y facilidades de parqueo en conjunto con una legislación eficiente, clara y transparente que permita la aprobación de proyectos de recuperación, remodelación y ampliaciones sin trabas burocráticas. Esto permitirá que el espacio del Centro Histórico sea nuevamente atractivo para vivir, hacer negocios y trabajar. No se puede tener una visión puramente restauradora si no mejoramos en paralelo todo el contexto en donde este patrimonio histórico se encuentra y desarrolla. 

Si no se dota al Centro Histórico de usos y propietarios adecuados, difícilmente se podrá pensar en reparar las casonas, edificios y espacios públicos como es debido, manteniéndolos en el tiempo y evitando que colapsen. El valor inmobiliario del Centro Histórico de Lima debería ser de los más altos de la ciudad, lo será eventual e inevitablemente, cuando estas condiciones se generen.