"La educación es la mejor opción que tenemos para construir ciudadanía".
"La educación es la mejor opción que tenemos para construir ciudadanía".
Carla Gamberini

En la coyuntura actual, las interacciones entre personas que piensan diferente se están tornando cada vez más agresivas y discriminatorias. El uso de adjetivos como “ignorantes”, “marrones” o “fascistas” está caracterizando a las redes sociales. Además, la difusión de noticias falsas ha incrementado y se usa para sustentar discursos agresivos. Si a los adultos nos está afectando este entorno, ¿se han preguntado cómo está afectando a niños y niñas? ¿Qué estamos haciendo para cuidarlos?

La mayoría de niños y niñas siguen aprendiendo desde casa debido a que la reapertura de escuelas no se ha concretado. El BID realizó una encuesta a 62.837 cuidadores de niños y niñas en Colombia, Perú, Costa Rica y El Salvador, donde identificaron que el 61% de menores estaba sufriendo alguna forma de angustia y un tercio no podía dormir. Hoy se suma al estrés de la pandemia y la angustia por el escenario político. Podemos pensar que los menores no están tan expuestos, pero, en áreas con conectividad, están conviviendo con la agresividad de las .

Niños y niñas ven modelos de “ciudadanía” que validan interacciones racistas, clasistas y violentas entre personas. Están aprendiendo que el miedo mueve voluntades y que solo quienes defienden iguales ideas son considerados ciudadanos iguales a uno, los demás no. Además, están asociando estas prácticas al concepto de “democracia”, que va perdiendo sentido y corre el riesgo de ser resignificado como un escenario donde las reglas del juego pueden alterarse cuando se tienen las influencias para gritar más fuerte que otros.

De acuerdo a docentes de colegios privados de Lima, los niños y niñas expresan tener miedo y algunos hasta lloran en las aulas virtuales. Asimismo, hay niños que enfrentan a sus compañeros utilizando los mismos términos discriminatorios que los adultos usan en las redes sociales. Otros niños increpan a sus docentes basándose en información falsa; tal como los adultos increpan a las instituciones basándose en ‘’. Lo peor de todo es que vinculan esas prácticas a conceptos como “ciudadanía” y “democracia”.

¿Cómo podemos cuidar a los niños y niñas? Trabajando en la construcción de ciudadanía desde el hogar y las aulas virtuales. Primero, hay que crear espacios seguros donde puedan hablar, preguntar y reflexionar acerca de cómo les afecta la sin ser juzgados o burlados. Segundo, enseñemos que el entorno digital es un espacio de interacción con personas, a pesar de que no las veamos. Antes de publicar o compartir algo, invitemos a que se pregunten si dirían lo mismo teniendo al frente a la persona. Así promovemos interacciones más empáticas. Tercero, brindemos herramientas para identificar, verificar y reportar la información falsa que circula en redes sociales, y para bloquear a usuarios que nos afecten negativamente. Cuarto, reflexionemos acerca de conceptos como “ciudadanía” y “democracia”, y las prácticas que se asocian a ellos. Estas son algunas recomendaciones rescatadas de ISTE. Y en el portal encuentran recursos libres para docentes y familias que les invitamos a descargar.

Ahora bien, algunos docentes están teniendo que luchar contra familias y autoridades escolares para crear espacios de diálogo. Hay quienes consideran que es mejor mantener alejados a los estudiantes de estos temas. Pero están olvidando que ya están expuestos diariamente a las redes sociales, y que si no los acompañamos a reflexionar corremos el riesgo de que aprendan una noción errada de ciudadanía. Puede que sepan usar las herramientas digitales, pero esto no significa que sepan cómo mantenerse seguros en el entorno digital.

La educación es la mejor opción que tenemos para construir ciudadanía. Si permitimos que niños y niñas crezcan replicando las prácticas y discursos polarizados, habremos fracasado. Mientras se estructuran los planes del nuevo gobierno, donde la formación en competencias digitales debe ser prioridad, podemos ir trabajando desde el hogar y las aulas virtuales ya existentes en crear espacios seguros de reflexión. Comenzar con estos pequeños pasos nos puede ayudar, como país, a que las nuevas generaciones sean mejores ciudadanos y ciudadanas que nosotros.

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