John Doe, el Juan Pérez gringo, ha sido fanatizado. Ahora cree y comparte por teorías conspirativas que van en contra de la democracia y los derechos humanos. Se encuentra atrapado en una cámara de eco y en una burbuja filtro. Las cámaras de eco son comunidades virtuales donde las personas comparten opiniones similares y se refuerzan entre sí. Por ejemplo, los grupos de WhatsApp que envían afirmando que la mafia caviar controla al país. Las burbujas filtro son similares, pero se centran en la exposición a contenidos de acuerdo con nuestras preferencias, por medio de algoritmos que rastrean nuestro comportamiento en línea y seleccionan lo más relevante, creando un ciclo de retroalimentación continua.

Así funciona el algoritmo de TikTok, según un reportaje del “Wall Street Journal” que generó controversia en EE.UU. La respuesta del neoconservadurismo ha sido que Elon Musk adquiera Twitter (ahora X), mellando su frágil credibilidad para convertirla en la principal plataforma de noticias falsas. Los entornos digitales tienen un papel fundamental en el proceso de polarización y manipulación de la , pero ¿cómo terminó nuestro amigo John atrapado ahí?

Las redes sociales son una poderosa herramienta para los actores políticos que desean conectar con sus audiencias y movilizarlas. Su capacidad de alcanzar a millones de personas de manera instantánea y personalizada ha transformado la forma de hacer política. En este contexto, fidelizar o fanatizar a la audiencia es esencial para lograr el éxito. La diferencia entre fidelización y fanatismo radica en que la primera se refiere a establecer un vínculo duradero y positivo con la audiencia, mientras que la segunda provoca un nivel de compromiso y entusiasmo extremo hacia una causa o candidato sin cuestionar las consecuencias de sus actos. Todos podemos ser víctimas de las cámaras de eco o las burbujas filtro. Por medio de procesos de ingeniería social, gobiernos, grupos de poder, extremistas u organizaciones delincuenciales pretenden atraparnos en estos entornos con gran potencial de polarización y manipulación de la opinión pública. Recordemos el caso de Cambridge Analytica, acusada de recopilar datos personales de usuarios de Facebook sin su consentimiento y utilizarlos para engendrar perfiles de votantes. Luego, fabricó mensajes específicos con fines políticos durante la primera campaña presidencial de Donald Trump y el referéndum del ‘brexit’.

El proceso de ingeniería social incluye diferentes estrategias. Primero se analizan los estudios de opinión pública para identificar tendencias y patrones de creencias compartidas por diferentes segmentos de la población. Seguidamente, empleando la técnica de ‘buyer persona’, se elaboran contenidos según las características de un público meta que reúne información demográfica, psicográfica, y de creencias y actitudes. Una vez definido el ‘target’, se le bombardea con contenidos a través del ‘blog bombing’, memes y videos virales de baja calidad. Los ‘trols’ amplifican los mensajes al reprimir las opiniones contrarias. Así, la víctima se siente aprobada por una (falsa) mayoría, y sus sesgos y prejuicios se fortalecen. Estas estrategias se afinan con ‘insights’, ‘big data’ y ‘remarketing’ para generar contenidos de manera casi automática con inteligencia artificial. Algunos influenciadores se prestan para darle verosimilitud a esta información en plataformas en línea como QAnon, el centro de propagación de ‘fake news’ y teorías conspirativas de extrema derecha más popular en EE.UU. El 20% de los estadounidenses cree en su información; esto es, más de 50 millones de personas, de donde surgieron quienes participaron en el intento de toma del Capitolio en el 2021. En nuestro país hemos visto iniciativas similares durante la segunda vuelta de las elecciones del 2021, cuando se quiso exacerbar el fanatismo anticomunista limeño, o durante el gobierno de Pedro Castillo, que pretendió fortalecer el sentimiento de marginación en provincias para armar su último reducto.

Las burbujas filtro y las cámaras de eco son virus para los que existen vacunas: fomentar la participación activa de la ciudadanía en procesos políticos, abriendo espacios de discusión para contrarrestar los sesgos y la manipulación de la información. También la educación, para fortalecer el pensamiento crítico, el civismo y la alfabetización digital. El egoísmo, la prepotencia y la ignorancia del ser humano se ven reflejados en las burbujas filtro. Para reventarlas es necesario dejar el paradigma del individualismo y construir valores comunitarios mediante la educación y los medios de comunicación, antes de que disuelvan nuestra nación o reescriban la historia.

Francisco Miró Quesada Westphalen es periodista y docente en la UNMSM