En un reciente editorial proveniente de una filuda pluma en este diario, se me criticó por pedir que se elimine el SNIP (Sistema Nacional de Inversión Pública), creado en el año 2000 para eliminar los abusos e ineficiencias en inversiones públicas en las décadas de 1980 y 1990. Todos apoyamos una buena planificación y controles del gasto público, pero el SNIP, a pesar de un buen inicio, ha ido perdiendo vigencia. Es fundamental reformar el sistema de inversión pública, tanto nacional como regional.
La presente coyuntura de desaceleración económica se debe fundamentalmente a la muy fuerte caída de las exportaciones en casi 25% desde el 2013 hasta la fecha. El precio del cobre, nuestra principal exportación, cayó por la frenada de la construcción en China. También cayó el precio del oro y se redujo su producción en el Perú. Hasta ahí estamos todos de acuerdo. Pero hay un factor adicional que se debe tomar en cuenta: la falta de dinamismo de la inversión pública en los últimos dos años. Por cierto, hubo elecciones regionales y acusaciones de corrupción en varias alcaldías y regiones importantes. Tampoco ayudó la creciente tramitología a la cual se enfrenta la inversión tanto pública como privada. La inversión pública hubiera podido compensar una parte del efecto de la reducción de nuestras exportaciones, pero eso no ha ocurrido. Por eso urge una reforma del llamado Sistema Nacional de Inversión Pública.
Cada región debe tener un programa de inversiones básicas en infraestructura y servicios públicos. Este programa debe ser revisado y supervisado anualmente por funcionarios competentes, que hoy escasean. Deben formar parte de un servicio civil nacional, con competencias no solo en el gobierno nacional sino también en las regiones y las grandes municipalidades, como lo manda la Ley Servir, hasta hoy implementada solo parcialmente.
El inicio promisorio del SNIP y luego de Pro Inversión no se ha mantenido. Hay miles de obras aprobadas por el SNIP que no se han iniciado ni programado. La calidad de la inversión pública y de la inversión en infraestructura es cuestionable, como lo demuestra el reciente colapso de un puente en la Panamericana al sur de Cañete.
Tenemos que pensar que sistemas que se crearon hace 15 años no son eternos. Si queremos crecer tenemos que enfrentar cambios y reformas constantes. Si no le damos un énfasis mucho mayor a la infraestructura, no creceremos. Por eso le dije “chau” al SNIP.
Una palabra más sobre la remuneración mínima vital, en la cual se me acusa de populismo. En el Perú hay una inmensa masa laboral informal, que está fuera del sistema tributario, y que presiona los sueldos y remuneraciones a la baja. La mejor forma de generar remuneraciones mejores es facilitando que las pequeñas empresas en el Perú se formalicen, con tasas y sistemas impositivos más flexibles y fáciles. Pero la remuneración mínima vital, hoy de S/.750 mensual, es todavía baja para aproximadamente el millón de trabajadores que la reciben. Apoyo ha propuesto una RMV especial para empresas pequeñas que se formalicen. Estudios en otros países sugieren que no es necesariamente cierto que aumentos graduales de la RMV generen desempleo. Por eso tenemos que tener una mente abierta frente al tema. El fundamentalismo del editorial contra mis declaraciones sobre el SNIP y la RMV no tiene asidero en el mundo de hoy.