Rescatemos el Congreso, por Alberto Beingolea
Rescatemos el Congreso, por Alberto Beingolea
Redacción EC

Hace unos días el presidente hizo declaraciones en las que habló de caprichos de congresistas y de la prensa y calificó como “un papelito” a una carta firmada por la mayoría de integrantes del grupo parlamentario de su partido. Fueron palabras muy decidoras respecto a lo que piensa de sus partidarios, del Congreso y de la democracia. Dijo que en temas congresales, escuchaba todas las opiniones de los parlamentarios, pero él decidía, no la bancada, porque aplicaba el “centralismo democrático”.

El centralismo democrático fue el sistema político de la dictadura soviética. Lenin justificó su utilización después de la victoria bolchevique, señalando que era necesario un centralismo y una disciplina muy estrictos en ese momento. Lo que no explicó es que dicho sistema está reñido con las formas democráticas. Eso lo señalaron muy rápido diversas voces críticas, incluso marxistas, como , quien apuntó, en contundente sentencia, que con el centralismo democrático el dictador reemplazaba al partido y por tanto al pueblo.

Este centralismo democrático, que el presidente Humala ha desempolvado de los manuales del comunismo antiguo (los modernos lo rechazan), es opuesto a nuestra democracia representativa, basada en la separación de poderes. Desde 1748 con “El espíritu de las leyes”, de Montesquieu, entendemos que este es el mejor sistema, pues divide las funciones del Estado, de forma tal que quienes juzgan no son los mismos que legislan ni los mismos que ejecutan, lográndose así un equilibrio en el ejercicio del poder, que permite la libertad de todos y el respeto de los derechos ciudadanos.

Después de haber oído al presidente Humala, quedó claro que esto peligra en el Perú y que habrá que defenderlo el sábado con la elección de la mesa directiva del Congreso. El Parlamento peruano pretende ser controlado, ya no por un partido elegido por el pueblo, sino por una persona a quien el pueblo no eligió y que ya viene concentrando bastante poder en lugares claves.

Es indispensable recuperar la independencia del Congreso y reestablecer el equilibrio de poderes. El país debe ser manejado por instituciones sólidas, independientes, dialogantes. Para eso necesitamos un Congreso que coordine con el Ejecutivo en pie de igualdad, no que reciba órdenes de él. Un Congreso que ponga en agenda los temas que el Perú necesita, no los que el presidente o su señora quieren.

El congresista es el ideal para presidir hoy un Congreso con estas características. Destacado abogado, catedrático universitario, milita ininterrumpidamente en un solo partido político desde su fundación en 1966. Ha sido regidor de Lima, diputado y congresista. Todo ello por voto popular.

Es heredero, entre otros, de Ramírez del Villar y Osterling, quienes en su momento recibieron el apoyo de diferentes tiendas políticas para presidir el Parlamento, dando espacio a todos los congresistas y en favor de todos los peruanos. Como aquellos entonces, hoy a él lo respetan todas las bancadas por su rectitud y claridad de ideas.

El Perú necesita a un tribuno de la talla de Bedoya en la . No a un incondicional de la primera dama. Por eso Bedoya no es el candidato de la oposición. Es el candidato de todos lo que en el Congreso entendemos la urgencia que tiene el país de que el Parlamento recupere prestigio, eficiencia e independencia.