Con la salud no se juega, por Patricia García
Con la salud no se juega, por Patricia García

Una madre en Cusco me preguntó por qué debía asumir el costo de un viaje hasta Lima para ser atendida de cáncer. Tras mucho esfuerzo, había decidido que lo mejor era morir en su tierra. Acompañada de los suyos.

Decenas de miles de peruanos del interior del país deben viajar hasta Lima para atenderse en el Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas (INEN). A algunos les es posible, gracias a sus ahorros, patrimonio o endeudándose. Pero otros simplemente deben resignarse a no ser atendidos.

Al centralizarse toda la atención del cáncer en Lima, el INEN ha colapsado. A pesar de existir departamentos de oncología en hospitales, los pacientes hacen colas desde la madrugada para ser tratados en el Neoplásicas.

Fue esta realidad la que nos llevó a plantear el Decreto Legislativo 1305. Necesitamos recuperar el rol rector sobre el INEN para poder descentralizar el servicio y para recuperar una gestión que ha sido descuidada. Porque la realidad es que si bien en el Neoplásicas trabajan los mejores especialistas del país, el servicio se ha visto seriamente afectado. Veamos ejemplos.

Para acceder a la radioterapia, parte del tratamiento del cáncer, la espera es de 3 a 4 meses. Y el momento en el que se da es vital, pues define la posible curación o la falla del tratamiento. Quienes tienen recursos, terminan “optando” por un servicio privado. ¿Por qué no se trabajó desde el INEN en el fortalecimiento de estas terapias en las regiones? ¿A quién beneficia que la situación se mantenga así?  

Más ejemplos. Hace un año se compró un sofisticado equipo para hemoderivados (de alrededor de S/3 millones). Es un equipo importante para pacientes con riesgo de metástasis. Hasta hoy sigue sin ser instalado.

La improvisación ha llegado a tal punto que el almacén de equipos de operación está construido con drywall y calamina. Y el de medicamentos y equipos de laboratorio, cuyo techo también es de calamina, está ubicado en una zona de evacuación para casos de emergencia.

Otro ejemplo. De los 5 ascensores, funcionan 2 o 3 alternadamente. Los médicos relatan que en un momento se llegó a movilizar los desechos por el mismo ascensor por el que luego circulaban los pacientes.

La independencia del INEN no ha dado buenos resultados. La mala gestión se refleja también en una ejecución presupuestal de 84% (frente al 97% del resto de institutos públicos) y de solo 17% de ejecución de proyectos de inversión. El INEN, además, se burocratizó, con más de 3.000 trabajadores. Solo del 2015 al 2016 el personal administrativo se incrementó en 64%.

Esta situación ha derivado en indicadores alarmantes. La tasa de mortalidad ha aumentado de 5,53% en el 2011 a 7,36% el 2015. Y las infecciones intrahospitalarias tienen una curva ascendente preocupante. En marzo del 2011, los pacientes infectados con neumonía, en la Unidad de Cuidados Intensivos, eran el 14,5%. Cinco años después, son el 40%. 

Y hay más. El INEN cuenta con el servicio de clínica, en el que los pacientes pagan. Ahí, mientras el número de camas se ha mantenido constante, el de pacientes ha ido en aumento. Igual el gasto por paciente. Pero hay una disminución marcada del pago privado: de 50,4% del total en el 2011 a 23,2% en el 2015. Lamentablemente, no hay un sistema de información individual. Todo ello impacta en la posibilidad de asegurar que el financiamiento público esté llegando a la población de menores recursos.

¿Considera usted que esta evidencia es suficiente para que desde el Minsa consideremos necesario recuperar el rol rector? Nosotros también. Por eso emitimos el decreto, que el viernes la Comisión de Constitución recomendó derogar porque no se encontraba “en el marco de las facultades delegadas”. Aun cuando el inciso h del artículo 2 de las facultades reza: “Dictar medidas para optimizar servicios en las entidades del Estado, coadyuvando al fortalecimiento institucional y la calidad en el servicio al ciudadano”. Los decretos del sector salud cumplen con ese objetivo.

Fue en el 2006 cuando la Ley 28748 convirtió el INEN en un organismo público totalmente autónomo. Los demás institutos especializados nacionales (siete más, como el Instituto del Niño o el Oftalmológico) se mantuvieron como órganos desconcentrados: manejan sus presupuestos, pero son fiscalizados por el Minsa. ¿Por qué se hizo esa excepción con el INEN?

Desde el Minsa estamos empecinados en reformar el sistema de salud pública, para dar a nuestros compatriotas la atención que merecen. Queremos recuperar el rol rector del INEN para descentralizarlo y recobrar la calidad que lo caracterizó. Fortaleciendo el Plan Esperanza (que siempre ha estado en el Minsa), promoviendo el uso eficiente de los recursos y creando una red de servicios oncológicos en el ámbito nacional. Porque, aunque usted no lo crea, 14 regiones no tienen ningún profesional oncólogo en los establecimientos públicos, y solo hay dos servicios públicos de radioterapia: uno en el INEN y el otro en Arequipa. Este último, gracias a una donación.

No dejemos que el destino de la madre cusqueña se convierta en un dato estadístico. Que sea una lección para la autocrítica. Porque con la salud de las personas no se juega.