Hace unos días fue el Día Nacional de la Enfermera Peruana. A diferencia de los médicos y demás personal de salud, son aquellas que viven con los pacientes el día a día, son compasivas y son, sobre todo, genuinas en su compromiso.
Muchas veces los médicos no estudian la medicina por vocación, sino por dinero. Por supuesto, son siete largos años de carrera más otros cuatro o más para ser especialista; pero ello implica que, una vez concluidos los estudios, las oportunidades de trabajo son muchas y los beneficios económicos suficientes como para vivir tranquilo.
¿Qué ocurre, sin embargo, con las enfermeras? Ellas son el primer frente al momento de combatir una enfermedad. Son las mal llamadas “subordinadas de los médicos”, cuando esto no es así. Las enfermeras, tal y como los médicos, estudian en la universidad por largos años, se exponen al arduo pero necesario SERUM, y también estudian especialidad, maestrías y doctorados y, a pesar de todo ello, no se las trata con el respeto necesario. Con esto me refiero a que no se les da el trato profesional que merecen en los hospitales y clínicas y no se les paga acorde con la labor que cumplen que, por cierto, en casi todos los casos es más desgastante que la de un médico.
¿Cómo podríamos hacer más digno el trabajo de las enfermeras en el Perú? Pues comenzando por atender sus necesidades laborales y salariales. He hecho un escaneo general y, además, tuve el gusto de poder conocer directamente el trabajo de una enfermera del Hospital 2 de Mayo para entender más a fondo la situación.
En el año 2020, cuando se decretó la emergencia sanitaria por la pandemia del COVID-19, todas las enfermeras del sector público pasaron a tener un tratamiento especial mediante un tipo de contrato CAS-COVID, que implicaba una mayor remuneración, pero también turnos más exigentes y desgastantes. Para esto, existen las enfermeras que están nombradas y tienen todos los beneficios laborales, y las que no lo están. A estas últimas, el entonces presidente Martín Vizcarra decretó que se les iba a nombrar debido a servicio que brindaron durante la emergencia sanitaria. Esto implicaba un salario mucho mayor y beneficios laborales. Empero, en los siguientes años, con la turbulencia política no se concretó nada y nuevamente se cambiaron los contratos a contratos por terceros para no dejar sin trabajo a estas enfermeras. Nunca se las nombró.
Hoy en día, numerosas líderes de los hospitales de Lima y provincia se encuentran luchando contra este régimen absurdo, pidiendo que se respete aquello que les fue prometido. Hasta ahora, esto no ha rendido frutos. Pero, más allá de la crítica al gobierno por la falta de seriedad con las enfermeras y otros profesionales de la salud, insisto en que, antes que nada, es necesario valorar su trabajo y tomar conciencia sobre el papel que desenvuelven en la sociedad.