Vizcarra y sus ministros están focalizados en salvar más vidas. Eso está muy bien; pero deberían focalizarse también en salvar más empresas, pues también salvará vidas.
Las medidas de aislamiento son para las empresas una prohibición de producir, y eso las ha puesto en situación muy grave.
El Gobierno está haciendo lo mejor que puede con lo poco que tiene. Y lo que tiene no alcanza. Todos los días se pierden vidas, no por la letalidad del coronavirus, sino más bien por falta de camas y respiradores. Ya superamos los mil fallecidos. Las cifras son alarmantes y dicen que el pico lo veremos recién en junio o julio.
El problema de fondo es que la oferta de camas y respiradores no crecerá a la misma velocidad que la demanda.
En lo que a empresas se refiere ocurre exactamente lo mismo. Las empresas también se enferman por causa del virus. Hoy, básicamente, se les ha prohibido producir. La prohibición de producir las ha enfermado. Unas están más graves que otras. Unas sobrevivirán. Otras no. Necesitan también atención urgente.
¿Está el Indecopi preparado para atender de forma rápida a todas las empresas enfermas que comenzarán a tocar sus puertas, pidiendo el inicio de un concurso? No creo. Al igual que nuestros hospitales, el Indecopi no tiene un número de “camas y respiradores” suficientes para atender con rapidez a las empresas en crisis que buscan una reestructuración o una liquidación ordenada.
Esta crisis es de más fácil solución (o menor letalidad) que la crisis internacional de 1999 (que quebró a tantas empresas peruanas). Lograr acuerdos de refinanciación de deudas por un año o dos podría ser suficiente para superar esta crisis.
Pero estos acuerdos deben tomarse rápidamente. Si reunirse para tomar el acuerdo demora entre 6 y 8 meses (que es lo que podría tomar en el Indecopi), la empresa enferma quebrará por falta de atención oportuna.
¿Qué hacemos si el Indecopi no podrá darse abasto para atender a todas las empresas enfermas que requieren tratamiento urgente? Es necesario incrementar el número de “camas y respiradores” a toda velocidad.
Debería darse una ley que permita que si la mayoría de acreedores y el deudor (digamos más del 50%) están de acuerdo, sometan la aprobación de su acuerdo de reestructuración a sus acreedores, ante un tribunal arbitral que debería elegirse en el mismo acuerdo y que tendría la función de administrar el proceso (en reemplazo del Indecopi). La sola presentación del acuerdo con la mayoría de acreedores, ante el tribunal arbitral, tendría el poder de suspender los procesos de cobranza.
Podrán constituirse inmediatamente tantos tribunales arbitrales como sean necesarios para dar atención urgente a las empresas que lo soliciten. La oferta de árbitros locales e internacionales que ofrecen los centros arbitrales en el Perú es amplísima. Debería ser arbitraje institucional para dar al proceso las mayores garantías de transparencia y buenas prácticas. Las reuniones de deudor y acreedores con el tribunal deberían ser en modo virtual. Y el proceso debería también tramitarse así.
El Indecopi hizo esta propuesta en un documento de trabajo en 1999, justamente para atender el problema de las quiebras en cadena que se venían por la crisis internacional, y reconociendo (ya en esa época) que sus procesos eran muy largos y costosos. Si en 1999 era necesario incrementar “el número de camas y respiradores”, hoy lo es en mayor medida.
Una ley permitiendo el arbitraje concursal crearía de modo inmediato las “camas y respiradores” que se necesitan para atender la gran demanda de concursos que está por venir. No permitamos que esa curva también nos gane. Salvar empresas en crisis es hoy posible, y es, además, una forma muy efectiva de salvar vidas.
*El autor se desempeña como árbitro.