Podemos (seguir hundiendo a España), por Pedro José Llosa
Podemos (seguir hundiendo a España), por Pedro José Llosa
Redacción EC

Que en muy poco tiempo un partido se erija sobre el fracaso de una clase política y proponga revertir los vicios de la corrupción y los privilegios injustificados de una burocracia inútil, podría verse como ejemplo de civismo y democracia. Ahora, si las propuestas que buscan enmendar esos excesos son alternativas inviables, la buena voluntad se convierte en demagogia y el civismo expedito en virtud estéril.

, líder del emergente partido español , considera a la Venezuela de Chávez y Maduro una democracia ejemplar. Tal ingenuidad o astucia política (o una mezcla inverosímil de ambas) debería bastar para cuestionar sus propuestas. Pero, aún sin esta desafortunada filiación, en el partido que amenaza con llegar al poder en España abundan las contradicciones: ¿cómo sostener una renta básica diferenciada financiada con impuestos y a la vez reducir la fuerza laboral que paga esos impuestos? 

La renta básica, en su acepción moderna, es un experimento teórico del filósofo belga con más éxitos conceptuales que prácticos. La idea central consiste en financiar con impuestos un sueldo mínimo que llegue a todos los ciudadanos de un país. En economías sólidas la idea es menos descabellada de lo que parece, ya que el gasto del gobierno en dar una renta a cada ciudadano podría compensarse con una reducción sustancial del gasto público en otros canales de asistencia directa (salud, educación, transporte). Si un gobierno es capaz de dar una pensión a todos sus ciudadanos, se estarían conjugando las virtudes de dos sistemas antagónicos: el socialista y el capitalista. Por un lado, nadie pasaría hambre ni dormiría en las calles ni se vería obligado a aceptar trabajos alimenticios; por otro lado, la ambición natural de una mayoría que no se conforma con el mínimo y busca mayores ingresos sería el pulmón económico que inyecte los impuestos que sostendrán tal sistema. 

Lo anterior, no obstante, se desploma si uno cae en el populismo de diferenciar esta renta, pues no solo se resucitan los favoritismos de un Estado paternal que juzga y asigna los recursos según “necesidades” (un anacronismo marxista que Podemos defiende) sino que además atenta contra la motivación laboral. La renta básica igualitaria busca situar a todos en un nivel mínimo que le permita a cada uno iniciar, sin desventajas abismales, su ubicación en la sociedad como agente productivo y no sustentar esa ubicación sobre una especie de derecho natural a una renta diferenciada.

La sucesiva ineptitud y desvergüenza del PP y el PSOE son razones suficientes para exigir una renovación de raíz, pero de allí a pensar que un aumento sustancial en el gasto público va a ser consistente con una política de asfixia al sector privado, reducción de la jornada laboral y adelanto de la edad de jubilación, es desconocer la ecuación básica de la economía y creer que el dinero cae de los árboles (o de una Unión Europea rescatista). 

No todos los problemas económicos de España son producto de la coyuntura poscrisis 2008. Hay taras estructurales que ya develaban un grave problema de competitividad mundial, y su productividad como país está más sustentada en su infraestructura y su privilegiada geografía que en su trabajador pujante y autocrítico. Creer que un nuevo gobierno estatista y macrocefálico, que promete lo imposible, va a sacar al país del estancamiento es desconocer que aquí el remedio es mucho peor que la enfermedad.