Como en toda sociedad emergente, el dinamismo del acontecer va modificando y transformando día a día la situación política y social en medio de la efervescencia electoral, lo que se refleja en los resultados de la reciente votación. Brasil es una de las experiencias políticas recientes más interesantes. 143 millones de electores forman un espectro electoral que merece una atención especial ante la realidad internacional que vivimos, más aun por tener una estructura organizativa derivada de la cultura democrática europea.
Ante todo, no olvidemos que Brasil es la séptima economía del mundo y que comprende un territorio, una población y una economía algo mayor del 50% de Sudamérica, lo que concita un interés mundial al ser un país clave en la región latinoamericana y parte del grupo líder mundial integrado por las 20 naciones más importantes del planeta.
El resultado electoral del domingo 5, con Dilma Rousseff representando el 41,5%, Aécio Neves el 33,5% y Marina Silva el 21%, ha creado un escenario distinto a lo ocurrido antes de la primera vuelta, que estuvo concentrada en ataques y confrontaciones para atraer la atención de los electores y definir entre quiénes se decidiría la presidencia en la segunda vuelta.
Aécio Neves representa al Partido Social Demócrata. Es nieto del ex presidente Tancredo Neves, senador y ex gobernador de Minas Gerais. Cuenta con el apoyo de Fernando Henrique Cardoso, protagonista de los cambios que sentaron las bases para la modernización de Brasil en la transición de fines del siglo XX e inicios del siglo XXI. Por el otro lado, Rousseff representa al Partido de los Trabajadores y es ex ministra de Lula da Silva, gestor de la inserción mundial del país y organizador de vastos programas sociales de fuerte incidencia en la reducción de la pobreza. Corresponde ahora y hasta el 26 de octubre un debate diferente y decisivo de dos fuerzas políticas que tendrán que poner todas sus cartas en la mesa para que el pueblo otorgue su veredicto final.
Brasil enfrenta hoy desafíos cruciales que exigen reformas que cambien el ciclo actual de la economía. Esta crece entre 1 y 2% anual y mantiene una alta dependencia del flujo de recursos externos y riesgos de incrementos de la inflación.
Las reformas más necesarias están vinculadas al ámbito político, por la compleja estructura organizativa del Estado que limita al Poder Ejecutivo y obliga a un confuso proceso de concesiones y concertaciones con consecuencias nocivas.
Otro punto importante es la reforma del régimen de pensiones. Las evidencias de lo que las naciones del Primer Mundo ya confrontan constituyen alarmas que hay que atender antes de que estallen con efectos económicos y sociales peligrosos. Del mismo modo, debe priorizarse la reforma tributaria y laboral si se quiere tener una activa y exitosa participación en la globalización vigente.
América Latina tiene una población cercana a 700 millones. Es la región de mayor biodiversidad del planeta, ostenta el 25% de la superficie cultivable y del agua dulce del mundo. Que las reformas que triunfen en Brasil le sirvan de inspiración y que su consolidación ayude a una mejor perspectiva de la realidad internacional.