Gianfranco Ferrari

Como muchos, a lo largo de mi vida he vivido en edificios, o jugado en canchas de fulbito públicas. Naturalmente, las que funcionaban mejor –las más ordenadas, limpias y seguras– fueron aquellas cuyos habitantes, vecinos o jugadores no solo se involucraban en los problemas de su puerta para adentro, sino que tenían conciencia de que también debían hacerse responsables de las áreas que pertenecían a todos. Y, como es evidente, las que peor funcionaban eran aquellas en las que buena parte de los vecinos se quejaba de la entrada del edificio, de la suciedad de la cancha, del mal estado de los arcos o de cualquier otro tema, pero no se involucraban en lo absoluto para resolver dichas situaciones.

Últimamente, siento que esto, que es tan obvio cuando se trata del edificio en el que vivimos o la cancha en la que jugamos la pichanga, muchos peruanos lo pasamos por alto cuando se trata de nuestro país. Nos quejamos de los problemas que tienen el Gobierno, el Congreso y los partidos políticos, pero no nos involucramos en algún tipo de solución para los mismos. Más aún, en el mundo de las redes sociales, somos especialmente vocales sobre los dramas del , pero, luego de una indignada publicación en la red de nuestra preferencia, seguimos sin hacer nada en el mundo real para atajarlos.

Los problemas del Perú no se van a resolver solos. Necesitan de más gente decente, honorable y profesional que tenga un rol más activo y comprometido con la política, la administración pública, la prensa o que se involucre en organizaciones civiles que vigilen que el Estado cumpla su rol o que trabajen en algún problema social; que no solo se preocupen, sino, sobre todo, que se ocupen del estado de la cancha y, sobre todo, que la mejoren. Los patriotas que hoy dedican su vida a esos roles son muchos, pero no son suficientes. De lo contrario, el Perú no estaría como está.

Acabamos de celebrar el aniversario patrio. Por eso, vale recordar que la Independencia del Perú fue más que un largo proceso de liberación. Fue, además, el reconocimiento de que nuestro pueblo quería ser dueño de su destino y responsable de sus decisiones. Y es que, como sabemos, la otra cara de la libertad es la responsabilidad. En una república no existe la primera sin la segunda. Por ello, no podemos aspirar a vivir en una nación independiente y próspera si no nos hacemos responsables también por el país. No solo somos individuos, somos también ciudadanos. Tenemos que involucrarnos.

El país atraviesa una situación muy compleja. Pero no es la primera en nuestra historia y ya antes hemos salido airosos de trances semejantes. Son muchos los buenos peruanos que a diario trabajan por hacer un país mejor. Pero necesitamos muchos más.

Gianfranco Ferrari es CEO de Credicorp Ltd.

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