Pablo Boza

En “Fundación” de Isaac Asimov, nos encontramos con un mundo de ciencia ficción en el que las máquinas son capaces de predecir el futuro a través de la “psicohistoria”.

Aunque la psicohistoria es ficticia, su premisa es similar a la de los sistemas de modernos: la capacidad de analizar grandes cantidades de datos para predecir y modelar el comportamiento humano; la realidad está alcanzando rápidamente a la ciencia ficción

Los avances en los sistemas de procesamiento de lenguaje natural (NLP) y los ‘chatbots’ estilo Open AI (Inteligencia Artificial abierta) están cambiando la forma en que interactuamos con la tecnología. Los sistemas de NLP están diseñados para entender e interpretar el lenguaje humano, mientras que los ‘chatbots’ utilizan NLP para simular conversaciones humanas.

Por otro lado, han surgido chatbots basados en redes generativas adversarias (GANs), lo que permite a los usuarios crear imágenes o música en base a indicaciones (‘prompts’). A pesar de sus limitaciones, estas nuevas tecnologías se vuelven cada vez más sofisticadas y están destinadas a desempeñar un papel importante en nuestras sociedades.

En el campo de los NLPs, los ‘chatbots’ se utilizan para distintas actividades: desde el servicio al cliente, como los utilizados por Bank of America y H&M, hasta el apoyo de la salud mental donde ‘chatbots’ como Woebot y Wysa utilizan NLPs para proporcionar apoyo y terapia a sus usuarios. Además, la IA se utiliza para impulsar los autos autónomos, analizar datos médicos e incluso predecir los resultados de casos legales. A medida que estas aplicaciones continúan desarrollándose y expandiéndose, las posibles aplicaciones de la inteligencia artificial parecen casi ilimitadas.

A pesar de los posibles beneficios de la inteligencia artificial, su desarrollo también plantea importantes desafíos sociales y éticos. Ejemplos de ciencia ficción como HAL 9000 (“2001: Odisea en el espacio”) y Skynet (“Terminator”) han retratado sistemas de inteligencia artificial que se vuelven en contra de la humanidad o se utilizan con fines malintencionados.

Si bien estos escenarios pueden parecer exagerados, hay preocupaciones legítimas sobre las implicaciones éticas inmediatas de la inteligencia artificial, especialmente en áreas como la privacidad, la vigilancia y el sesgo algorítmico.

Además, es importante considerar los desafíos económicos que la inteligencia artificial puede traer, ya que el aumento del uso de la inteligencia artificial en industrias como la fabricación, el transporte y el servicio al cliente podría provocar fuertes disrupciones en los mercados laborales, donde solo aquellos con habilidades no reemplazables mantendrían su empleabilidad.

El énfasis en el capital tecnológico y los posibles costos de desempleo podrían agravar la desigualdad de ingresos en las sociedades.

Al enfrentar estos desafíos regresamos a la ciencia ficción, que nos puede servir como una herramienta útil para imaginar y prepararse para posibles futuros, permitiéndonos pensar críticamente sobre las posibles implicaciones de la inteligencia artificial y tomar decisiones informadas sobre su desarrollo y despliegue.

*Este artículo fue escrito con la ayuda de ChatGPT, un modelo de lenguaje entrenado por OpenAI.

Pablo Boza es profesor de la carrera de Economía y Negocios Internacionales de la Universidad ESAN