La pandemia ocasionada por el SARS-CoV-2 y los desafíos de diversa índole originados por esta han evidenciado la urgencia de continuar invirtiendo en ciencia, tecnología e innovación desde los sectores público y privado, con el fin de avanzar en el camino de la tan ansiada independencia tecnológica ante un brote epidémico o una nueva pandemia.
Desde la administración estatal es indispensable que comprendamos la importancia de invertir más en ciencia, tecnología e innovación. Aun cuando hemos avanzado, pues esta se quintuplicó durante la última década, igual de relevante es ordenar el gasto público y articular las agendas de las diversas instituciones que vienen ejecutándolo. El estudio “Análisis del gasto público en ciencia, tecnología e innovación” (J. Rogers, 2019 – Banco Mundial-Concytec) da cuenta de que existe una alta concentración de gasto en pocas iniciativas, así como una superposición de objetivos desde varias instituciones, debido principalmente a la fragmentación de nuestro sistema.
A la luz de esta información, urge fortalecer el sistema de gobernanza para la ciencia, tecnología e innovación, y dotarlo de una estructura que permita una coordinación transversal al más alto nivel. En las últimas décadas, nuestro sistema nacional no ha logrado dirigirnos hacia la coincidencia de objetivos y metas porque nuestro marco normativo actual no prevé mecanismos e incentivos suficientes y eficientes de coordinación.
Así las cosas, las acciones en este sector corren el riesgo de comprometer su coherencia y, más grave aún, de que la inversión que se realice genere frutos de corta vida o poco productivos. Por tanto, necesitamos un nuevo modelo de gobierno de nuestra ciencia, tecnología e innovación, que optimice el uso de recursos y articule las políticas de cada sector. Hace unos días, el presidente de la República instaló la Comisión multisectorial de Ciencia, Tecnología e Innovación y se crearon los programas Pro Ciencia y Pro Innóvate.
El nuevo marco legal que nos espera está dirigido a que el próximo Gobierno encuentre un nuevo Sistema Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación Tecnológica (SNCTI), que incluya los niveles de: 1) estrategia, políticas y planes, a través de un Concytec fortalecido, 2) de coordinación de políticas que articule y supervise las acciones que se ejecutan en los diferentes sectores, 3) de implementación de los lineamientos estratégicos para la formación de capital humano de alto nivel, para la investigación y la innovación, a través de los nuevos programas: Pro Ciencia y Pro Innóvate, y 4) de ejecución, donde se lleven a cabo las diversas acciones. El nuevo modelo de gobernanza para la CTI, por ende, requiere un alineamiento multisectorial de los intereses del sistema de CTI. Debemos desarrollar un sistema de gobernanza que sea el gran promotor que permita facilitar la acción estatal para generar el conocimiento que necesitamos y mejorar nuestra productividad y así lograr, más temprano que tarde, nuestro desarrollo sostenible.
En las semanas que vienen, el anteproyecto de ley deberá llegar para su debate al Poder Legislativo. Ojalá su aprobación en el Congreso demuestre que la voluntad política para el desarrollo pleno de nuestra ciencia, tecnología e innovación moviliza a todos los peruanos y peruanas. El Perú con miras al bicentenario, lo necesita.
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