Uno de los rasgos más llamativos de la tercera ola de la democracia en América Latina es el aumento del poder de las cortes. Cortes supremas y constitucionales revisan la constitucionalidad de las leyes y los actos de gobierno, arbitran conflictos entre poderes y deciden en temas de libertades básicas y derechos socioeconómicos. Con sus decisiones en temas fundamentales, algunas celebradas y otras polémicas, las cortes han dejado de ser los actores secundarios del pasado.
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