Oswaldo Molina

Durante mi primaria, un sacerdote del colegio nos solía decir “a Dios rogando y con el mazo dando”. Básicamente, se refería a que los talentos que tenemos no son nada, aun cuando incluso recemos, si es que no nos esforzamos. Hace unos meses, conversaba con un corresponsal extranjero sobre el futuro económico del y sus enormes potencialidades.

Después de discutir sobre las oportunidades que nos brindan los recursos naturales, nos detuvimos en el y la posibilidad de que el Perú se convierta en un ‘hub’ regional, a la luz de la próxima inauguración del puerto de . En medio de esa conversación, no podía dejar de recordar esa vieja frase de aquel sacerdote. Y es que, al final del día, nuestro impresionante legado histórico o ciertas cuestiones geográficas terminan siendo para los peruanos de hoy como esos talentos que tenemos sin que hubiésemos hecho realmente algo. Y cabe aquí preguntarse, ¿nos estamos esforzando lo suficiente para potenciar sus impactos positivos? ¿Le estamos “dando al mazo”?

Pensemos, por ejemplo, en el turismo, ese gran motor que es capaz de movilizar a las economías locales y al empleo. Pues bien, aunque suene increíble, ese sector aún no se recupera de la pandemia. En el 2023, la cantidad de turistas internacionales que nos visitaron fue semejante a la del 2011; es decir, un retroceso de más de una década. Para darnos una idea, en el 2023, dado los disturbios que dificultaron la experiencia de muchos turistas, solo arribaron a nuestro país 2,5 millones de visitantes extranjeros, mientras que cuatro años antes esa cifra era alrededor de 4,4 millones. Esa reducción implicó más o menos US$1.000 millones que los peruanos dedicados a esta actividad perdieron.

De acuerdo con el Instituto Peruano de Economía (IPE), si lográsemos alcanzar las cifras de turistas que teníamos previamente, lograríamos este año casi un punto porcentual más de crecimiento del PBI nacional. ¿Qué podemos hacer? Como señala acertadamente Comex, la conectividad es esencial para reactivar el turismo. En ese sentido, el Estado tiene un rol fundamental para generar la infraestructura que precisamente acompañe al turismo. Sin embargo, vemos cómo la inestabilidad por la que atraviesa el Estado Peruano en los últimos años nos ha venido complicando en este punto.

Por ejemplo, el nuevo aeropuerto Jorge Chávez, que se inaugurará en diciembre de este año y que debe ser motivo de alegría, no contará a tiempo con el puente Santa Rosa, principal vía de acceso al terminal aéreo, y se tendrán que usar en su reemplazo puentes temporales. En la misma línea, se tiene una tarea pendiente en algunos aeropuertos regionales, que bien podrían dinamizar la actividad turística en dichas zonas.

Ahora pensemos en el puerto de Chancay y en la ampliación del Callao, y en las enormes oportunidades que representan para convertir a nuestro país en un ‘hub’ regional. Así, el megapuerto de Chancay, que se entregará también a finales de año, sin lugar a dudas transformará a la ciudad de Huaral y al norte chico. De hecho, este será el primer puerto de gran tamaño, lo que permitirá aminorar el costo del transporte. Esto, a su vez, nos permitirá un mayor comercio de productos peruanos y nos consolidará como un puerto clave para el comercio internacional de la mercancía de países vecinos como Chile, Ecuador y Colombia.

No obstante, tal y como menciona Comex Perú, el impacto de proyectos de infraestructura como este no se asegura únicamente con su construcción. Para ello, se necesita promover desde el Estado la provisión de servicios públicos de calidad en las zonas aledañas e infraestructura complementaria que permita obtener mayores ventajas del puerto. Un ejemplo en el ámbito de la educación es el Instituto Educativo Superior Tecnológico Público de Chancay, que no se dará abasto para formar a los estudiantes en las habilidades que el nuevo puerto demandará. En el caso de la infraestructura vial, resulta trascendental la inversión en corredores viales que permitan una mejor conexión para el transporte de carga. Entre ellas, el corredor vial de Ambo-Oyón-Huaura, el corredor vial Huayllay-Acos-Huaral y el corredor Huayllay-Canta-Lima, que recién iniciarán obras hacia el cuarto trimestre de este año, cuando ya el puerto entrará en funcionamiento. Finalmente, es fundamental la construcción de un parque industrial en Chancay para aumentar las oportunidades comerciales y de crecimiento económico en la región. Si bien ya se han iniciado las obras para la construcción de la primera etapa de “Chancay Park”, con una inversión aproximada de US$228 millones, aún no se cuenta con una fecha definida para el desarrollo de las siguientes etapas del proyecto.

El Perú tiene en definitiva un enorme potencial en el turismo y en su capacidad de volverse un ‘hub’ regional. Los nuevos aeropuerto y puerto son solo señales de las oportunidades que tenemos como nación, pero depende exclusivamente de nosotros alcanzar su potencialidad. Necesitamos de un Estado que guíe estos esfuerzos y de una ciudadanía comprometida con estos objetivos nacionales. Necesitamos justamente que todos estemos alineados y “con el mazo dando”

Oswaldo Molina es Director Ejecutivo de la Red de Estudios para el Desarrollo (Redes)