La derogación de la Ordenanza Metropolitana 1617-MML y la nueva ordenanza aprobada en su reemplazo debe incitarnos a reflexionar sobre cómo se piensa regular el uso del suelo en nuestra ciudad. La nueva norma, además de eliminar la obligación de analizar los pedidos de forma conjunta desde los distritos, habilita los cambios de zonificación por cada lote, lo cual estaba prohibido de modo taxativo en su predecesora (capítulo II, artículo 16).
La zonificación de los usos de suelo se define como el instrumento técnico de gestión urbana que regula el ejercicio del derecho de la propiedad predial respecto al uso y ocupación que se le puede dar. Es decir, reglamenta qué y cómo podemos edificar en nuestros inmuebles.
La ciudad funciona sobre el principio de prevalencia del bien común sobre el interés particular, que está debidamente refrendado en los deberes y derechos que señala nuestra Constitución. Desde esa lógica, gobernar una ciudad es ayudar a construir una visión en la que todos nos veamos reflejados, pues solo a partir de ello podremos establecer los lineamientos urbanos y normativos que permitan nuestro desarrollo equilibrado como sociedad. A eso se llama planificación urbana, y está regulada en el ámbitono nacional con el Decreto Supremo 004-2011-Vivienda y a escala municipal con la Ordenanza 1862-MML.
En ambos documentos se exige a las autoridades municipales, entre otras obligaciones, establecer la zonificación y los usos del suelo primero en la escala metropolitana y luego en la distrital, pues sería irrazonable pensar que un distrito pueda hacer una propuesta sin tener un marco metropolitano vigente.
Los pedidos de cambios de zonificación se reservan para casos extraordinarios “de interés distrital, provincial y metropolitano, y nunca antes de los dos años de aprobados los planes urbanos” (Decreto Supremo 004-2011, capítulo XIV, artículo 53).
La nueva ordenanza, que reemplaza a la 1617-MML, contradice esta lógica al permitir los cambios de zonificación por lote. La Comisión Metropolitana de Desarrollo Urbano, Vivienda y Nomenclatura de la Municipalidad Metropolitana de Lima es la que “podrá proponer al Consejo Metropolitano hacer extensivo los cambios de zonificación a todo el frente de manzana” (artículo12), quedando así sujeto a su criterio.
Esto va en contra no solo de los principios básicos de la planificación urbana, sino del citado decreto supremo, que indica que las solicitudes de cambio de zonificación “deben comprender en su ámbito a los inmuebles vecinos [...], conformando un área mínima de una manzana o un sector” (capítulo XIV, artículo 50.1).
Lo que se pensó como una normativa de excepción se pretende convertir en la forma de hacer ciudad. Así, se ponen en peligro nuestros derechos y se habilitan escenarios poco claros en los que solo algunos se verán beneficiados. Parece que la actual administración de Lima ha desestimado la planificación urbana –forma democrática y participativa de regular nuestra ciudad–, con un modelo efectista basado en ‘obras’, sin una aparente lógica integral y sistémica.
Tenemos grandes fechas históricas a puertas: los Panamericanos (2019), el Bicentenario de la Independencia (2021) y los quinientos años de fundación de Lima (2035). El tiempo corre, la historia nos juzgará por lo que hicimos y dejamos de hacer como sociedad en pos de la construcción de una ciudad mejor para todos.