(Foto: Ernesto Benavides/AFP)
(Foto: Ernesto Benavides/AFP)
Bruno Ortiz Bisso

No habían pasado ni 10 minutos del anuncio de la compra de las primeras vacunas para el Perú, cuando recibí la llamada de una amiga. Estaba preocupada. Su primo la había llamado desde EE.UU. y le dijo que el presidente Sagasti había anunciado que se levantaba la emergencia sanitaria, que ya no había restricciones para vuelos del exterior, y que entonces, en dos semanas, llegaba a Lima.

Cuando le expliqué que todo era falso, que fue un anuncio sobre las vacunas, y que –sorprendentemente– duró menos de cinco minutos, quedó en silencio unos minutos. Agradeció y colgó.

Casi media hora después, en un grupo de WhatsApp recibo un mensaje cadena, larguísimo, titulado “Protejete a tí mismo y a tu familia” [así, con todas esas faltas ortográficas]. Se trataba de diferentes noticias falsas que habían circulado durante el año pasado, reunidas hoy en un único mensaje, como una lista de recomendaciones contra el COVID-19, mientras esperamos la llegada de la vacuna. Incluía desde beber líquidos calientes, enjuagues con sal, consumir alimentos más alcalinos, entre otros bulos ampliamente desmentidos.

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No es solo por redes sociales e Internet. La amenaza de la desinformación y las noticias falsas está on y offline.

Luego de casi un año de pandemia, es probable que hayamos pensado en salir de esta con “lecciones aprendidas”, “siendo mejores” y un sinfín de otros buenos deseos. Pero no es así.

Además de soportar el reciclaje de las noticias falsas sobre la pandemia, ahora debemos estar preparados una segunda ola de desinformación. ¿El principal objetivo? Las vacunas, en especial las que vendrán al Perú. Y aunque es indispensable mantener una mirada crítica y exigir total transparencia en la revisión de los datos y en el acceso a la información sobre las condiciones de la transacción, no podemos caer en el juego de quienes eligen contar la historia a medias y hacer pasar por verdad una flamante mentira.

Pero, si aún tiene dudas sobre las vacunas recordemos algunos datos de la OMS: no hay vacunas 100% eficaces, pero las que hay nos protegen contra unas 20 enfermedades. Además, son los medicamentos más vigilados y seguros, pues se usan en personas sanas.

Si alguien le dice que no se va a vacunar, pregúntele por qué y evalúe si esas razones son suficientes. Si tiene dudas, consulte en lugares confiables y descubra si le dieron datos verdaderos o lo quisieron engañar. ¿Y por qué debemos tomarnos todo este trabajo? Porque la desinformación, las noticias falsas o las ‘fake news’ no son cosa de juego. Son perjudiciales, tienen víctimas y pueden hacer daño. Y en medio de una pandemia, lo que debe primar es mantener la salud de todos. No de uno, sino de todos.

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