(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
María Corina Machado

A la tiranía de Maduro se le cayó la máscara, está acorralada y fracturada, pero sigue en el poder. Todavía faltan cosas por hacer para sacarla definitivamente y comenzar la reconstrucción de Venezuela.

¿Sobre qué base se sostuvo el régimen durante casi 20 años? Sobre cinco pilares: i) Un sinfín de recursos por los ingresos petroleros y las actividades ilícitas, ii) La legitimidad derivada del apoyo popular –real o percibido–, iii) La tolerancia y complicidad de la comunidad internacional, iv) El sistema de mafias que infiltraron todos los sectores de la sociedad y v) Las Fuerzas Armadas.

Hoy las cosas han cambiado. El país está arruinado y la empresa petrolera estatal, Petróleos de Venezuela S.A., está quebrada. Casi el 90% de los venezolanos repudia a Maduro y la comunidad democrática internacional por fin se decidió a actuar con firmeza para promover un cambio en Venezuela. Al régimen solo le queda el respaldo de las mafias y una parte, minoritaria, de los militares. Estos últimos dos pilares también están siendo debilitados cada día que pasa por las sanciones internacionales dirigidas a los culpables de la corrupción, el narcotráfico y la violación de los derechos humanos.

Sin embargo, la lógica de un régimen criminal como el que está en el poder en Venezuela es ganar un día a la vez, aunque con ello solo aumenten la destrucción del país, el número de muertos, y el peso posterior de la justicia sobre los culpables. Para esto, la farsa de los procesos de diálogo, que comenzaron en abril del 2014, hace casi cuatro años, les resultó muy útil. Por eso, el narcofraude convocado para mayo –que de ninguna manera se puede aceptar como un proceso electoral legítimo– en su lógica criminal, también les sirve. Somos nosotros los que no podemos caer en esta trampa.

Los venezolanos y el mundo sabemos que el proceso ordenado por la Asamblea Nacional Constituyente –que ha sido desconocida y rechazada por más de 50 países y organizaciones del mundo– no es una elección. La razón no es la corrupción del sistema electoral ni el megafraude ya cantado. El motivo principal es que este proceso es una imposición de la constituyente que no reconocemos; ni a ella, ni a ninguna de sus decisiones. Pueden posponerlo todo lo que quieran; la situación no cambia. Acatar cualquier llamado de la constituyente es inaceptable.

Para nosotros, los ciudadanos que no nos rendimos y estamos organizados en la alianza Soy Venezuela, lograr el cambio es más urgente que nunca. La secuencia de los hechos será primero el quiebre de la dictadura, de inmediato un gobierno de unión nacional en la transición, que procederá a construir un sistema electoral confiable, y entonces, la realización de elecciones limpias y libres.

Esa es la única vía que puede generar confianza en la gente y en el mundo, y darle legitimidad y estabilidad al próximo gobierno. Por eso, resulta aún más indignante la decisión de ciertos personajes de inscribirse en el Consejo Nacional Electoral para hacerle el juego al narcofraude de Maduro y a su constituyente cubana. Esto es colaboracionismo puro, pero a estas alturas, nada de esto le dará un ápice de legitimidad a Maduro, ni dentro ni fuera de Venezuela.

Por eso, cuando nos cuestionamos cómo lograr el fin de la tiranía de Maduro, tenemos que tener claro que son cinco las dimensiones de esta nueva y definitiva fase de lucha:

1) La presión internacional debe incrementar cada día, se debe mantener la fuerza y el rol del Grupo de Lima que ha permitido cohesionar el liderazgo de América Latina y otros países del hemisferio, dejando claro que no se van a reconocer los resultados del narcofraude del 20 de mayo, elevando los costos de permanencia en el poder y reduciendo los costos de salida para quienes decidan separarse ahora del régimen.

2) Se debe articular la presión de la gente y expresarla de manera firme, creativa y en escalada, y demostrar que hay un país de pie y hambriento tanto de comida como de libertad y dignidad.

3) Se requiere un gran acuerdo político nacional que siente las bases de la reconstrucción de la república y que dé gobernabilidad y garantías a todos los sectores de la sociedad a largo plazo.

4) Se necesita una nueva conducción política que logre la empatía y la confianza de una población desengañada por quienes no estuvieron a la altura en los momentos cruciales del pasado reciente y que no se quiebre, ni se doblegue en el nuevo momento decisivo que está por llegar.

5) También una clara posición de la expresión institucional y ética que existe en la Fuerza Armada Nacional de Venezuela, en apoyo a la Constitución y al pueblo venezolano en su legítimo derecho de avanzar hacia la libertad y la prosperidad de la república.

Hemos resistido durante casi 20 años frente a un régimen totalitario respaldado por las fuerzas más oscuras y malignas del planeta. Hoy, el mundo nos acompaña en esta lucha por nuestra libertad. Ya no estamos solos y estamos cerca de alcanzarla. El bien siempre triunfa.