Venezuela tiene solución, por Lilian Tintori
Venezuela tiene solución, por Lilian Tintori
Lilian Tintori

atraviesa la peor crisis política, económica y social de su historia. Vivimos una crisis humanitaria que ha obligado a nuestro pueblo a buscar alimentos en la basura y hasta se roba las vidas de nuestros hijos en los hospitales que carecen de los insumos más elementales. 

En el tiempo que lleva usurpando el poder en Venezuela, cerca de 100.000 venezolanos han sido asesinados por la desatada criminalidad. Nuestro país se ha convertido en el más violento de la región y el de peor situación económica. En las cárceles venezolanas padecen torturas y tratos crueles más de 100 presos políticos que, solo por el hecho de pensar distinto, han sufrido la peor de las persecuciones por parte de la dictadura. Se nos ha robado el derecho a elegir, nuestros medios de comunicación son censurados si transmiten opiniones contrarias al régimen o simplemente informan la realidad de nuestra precaria situación. Los periodistas son perseguidos y amenazados públicamente desde el mismo Palacio de Gobierno, nuestros estudiantes son reprimidos, encarcelados y hasta asesinados sin piedad por ejercer su derecho a la protesta. Peor aun, y para completar esta  dramática realidad, en Venezuela se ha consumado formalmente una dictadura. La última jugada del Tribunal Supremo de (in)Justicia, nombrado a dedo por Nicolás Maduro violentando la Constitución, anuló el Poder Legislativo y asumió sus competencias. Ya no hay marcha atrás, Nicolás Maduro es un dictador hecho y derecho. No guarda ni las apariencias y ya no existe ni siquiera aquel velo de legitimidad de origen que utilizaban como pretexto legal para cometer todos los atropellos y violaciones a los derechos humanos de los venezolanos. 

Sin embargo, y a pesar de toda esta preocupante situación, Venezuela tiene solución. 

La comunidad internacional entera conoce ya la realidad que vivimos en mi país y gracias al liderazgo moral de naciones hermanas como el Perú, y su gobierno demócrata, las naciones del hemisferio han respondido con coraje y firmeza a la imposición autoritaria de un pequeño grupo que pretende enquistarse en el poder para permanecer indefinidamente en él. Deseo aprovechar este espacio para enviarle al pueblo peruano a través de su presidente Pedro Pablo Kuczynski un especial agradecimiento por su solidaridad y coraje en la defensa de los principios democráticos y los derechos humanos. Liderazgos como el del Perú demuestran que existe reserva moral suficiente en el continente para derrotar las pretensiones totalitarias de aquellos que violan o pretenden violar, sin pudor alguno, los derechos más elementales de los latinoamericanos.

La derrota de la dictadura en Venezuela está cada día más cerca. Nuestro pueblo está decidido a enfrentar con coraje y en las calles los desafíos que representa la lucha no violenta contra un sistema opresor y represor. El apoyo de los países miembros de la OEA, la aplicación de la Carta Democrática y el aliento que nuestros pueblos hermanos del continente nos hacen llegar alimentan los deseos y esperanzas de los venezolanos para reconstruir un nuevo país: la mejor Venezuela que mi esposo Leopoldo siempre soñó y para la cual ha luchado y sacrificado hasta su propia libertad. 

Venezuela tiene solución: estamos preparados para derrotar la dictadura y abrir las compuertas de la democracia. Gobernaremos para rescatar a Venezuela y convertirla en una nación estable, que garantice la separación de poderes, el Estado de derecho, la paz y la justicia. Venezuela será un territorio de libertades donde, como dice Leopoldo, “todos los derechos sean para todas las personas”. Un país donde la criminalidad no destruya nuestras familias, un país donde haya empleo para todos y donde todos podamos darles a nuestros hijos un mejor futuro, un país pujante que utilice sus riquezas naturales de forma respetuosa e inteligente asegurando un desarrollo que sea sostenible y genere estabilidad para nuestro pueblo. La mejor Venezuela está muy cerca y al alcance de nuestras manos. Podemos verla, podemos sentirla. Por ella estamos dispuestos a luchar y por ella nunca dejaremos de soñar.

Nuestra lucha es una lucha moral, es una lucha espiritual, es una lucha familiar. Nuestra lucha es una lucha por amor; por amor a nuestras familias, por amor a la libertad, por amor a nuestra patria. 

Nunca descansaremos, porque nunca nos cansaremos, hasta alcanzar esa Venezuela que Leopoldo nos enseñó.