El impacto de la pandemia en el mercado laboral ha sido brutal. Prácticamente, la mitad de los peruanos no ha tenido ingresos en la cuarentena. Y más del 70% ha visto reducido sus remuneraciones. Asimismo, se ha triplicado el desempleo (15%), elevado en diez puntos la informalidad, reducido el número de asegurados y el empleo en sectores productivos.
A ello se agrega 250 mil trabajadores en suspensión laboral perfecta, además de los procesos de ceses colectivos, reestructuraciones, liquidaciones y quiebras que ya se están dando. Pero los efectos económicos y sociales de la larga cuarentena y la pandemia no tienen aún fecha de fin. Las rebajas de sueldos, reducciones de jornadas, no renovaciones de contratos, migraciones de estables a tiempo parciales y “free lances” (recibo de honorarios, tercerizaciones, etc.) continuarán hasta los probables ceses y la falta de liquidez para el pago de beneficios sociales.
¿Qué se ha hecho para generar empleo o impedir que este siga cayendo? Se introdujo bien el trabajo remoto flexible, que permitió a muchos trabajar. Sin embargo, la suspensión perfecta no fue una solución óptima, a pesar de los esfuerzos recientes que flexibilizaron el sistema a favor de las Mypes y medianas empresas o para aquellas que no tuvieron ingreso en el mes anterior a la suspensión. Si la cuarentena del Estado fue general, no hay razón ahora para que el propio Estado facilite este mecanismo solo a algunas. Debería facilitarla para todas.
Es urgente brindar nuevas medidas para que las empresas mantengan los empleos o subsistan en esta grave coyuntura. Por ejemplo, permitir la prórroga del pago de la gratificación de julio y de la CTS de noviembre, la reducción de jornada con rebaja proporcional temporal del sueldo, y subsidios para los pagos al personal vulnerable en toda la emergencia sanitaria, entre otros.
Es urgente también estimular la generación de empleos formales y con seguro social. Así, el Estado debería evaluar la promoción de contratos temporales para posiciones que se creen tras la cuarentena, bonos no salariales temporales, estímulos para becas de reconversión laboral, flexibilización del régimen de tiempo parcial para laborar por días, el pago por hora trabajada, la regulación permanente del trabajo remoto, la reducción temporal de tributos laborales cuando hay contratación a plazo indeterminado, subsidios a la planilla solo para las empresas afectadas por la pandemia, criterios razonables para las fiscalizaciones, promoción para los contratos formativos, etc. Necesitamos menos rigidez, más agilidad.
No solo hemos tenido una de las cuarentenas más rígidas del mundo sino también medidas que no terminan de brindar a las empresas las adecuaciones que la pandemia demanda. Ahora, se requiere una intervención del Estado en el proceso de recuperación del empleo privado.
Estamos a tiempo. Ante una situación inédita, corresponde medidas urgentes que promuevan la generación de empleo para que las compañías globales y multilatinas no apuesten en otros países para instalar sus sedes regionales, ni que las empresas peruanas dejen de invertir, no generen empleos y terminen solo con más reducciones de personal. Lo que funcionó antes no funcionará de ahora en adelante, es el momento de adaptarse.