Por un deporte sin contagios ni suspensiones

Hay muchas cosas que enseña el deporte, entre ellas está la disciplina, el respeto, además de valores como la excelencia y la amistad. Desde que el bádminton se convirtió en la primera disciplina en regresar a su “nueva normalidad” el 10 de junio pasado, el deporte le ha ido dando la espalda al virus, buscando el momento en el que puedan regresar a competir.

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Y lo han hecho cumpliendo con todos los detalles, que permitan la seguridad e integridad de los deportistas y, ahora también, para deportistas (ayer, por la mañana, regresaron a los entrenamientos los chicos de Para Powerlifting, Para atletismo y Tiro paradeportivo). En algunos casos, el protocolo es tan estricto, que solo pueden llegar al entrenamiento en carro particular, en bicicleta o a pie; solo les está permitido llevar sus implementos personales, y no pueden intercambiar absolutamente nada.

En el bádminton, por ejemplo, cada plumilla está identificada con un color distinto. Uno por cada deportista, de forma tal que solo pueden levantar del piso con la mano aquella que es la propia. La que no les corresponde, es devuelta al campo contrario con la raqueta.

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En pesas, cada deportista tiene su propia estación, con sus juego completo de pesas de todos los tamaños, y en los de contacto, apenas si hacen ensayos imaginándose a los rivales, pues el contacto propiamente está prohibido. Suerte de aquellos deportes que, siendo de contacto y de alto riesgo, sí habían recibido luz verde para reactivarse, bajo la excusa de la industria, la reactivación económica, y la pasión.

Son en total más de 30 los deportes priorizados los que ya han vuelto a los entrenamientos. Y solo aquellos que están en el exterior, han comenzado a competir. Paloma Schmidt, Stéfano Peschiera, dos veleristas ya clasificados a Tokio, lo han hecho en Europa; y Julián Périco, golfista nacional, comenzó ayer un torneo su participación en el US Amateur.

Pero salvo el fútbol, ningún otro deporte, individual o colectivo, podía volver aún a las competencias. Es más, no salen aún de la Fase 1. Qué tal privilegio, y que forma tan ingenua de echar por la borda los valores del deporte, escudados en la pasión que esta genera. Siempre es más fácil echarle la culpa al otro, y no reconocer que uno mismo es responsable de las cosas que hace. Y cada acto, tiene una consecuencia. La Liga 1 debió suspender, mientras los demás deportes siguen cruzando los dedos para que les den luz verde. Qué paradoja.

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Ni siquiera los medallistas de los Juegos Panamericanos –un día como hoy, hace exactamente un año, se cerraban los primeros Juegos– tienen esa suerte.

La nueva normalidad de la que hablan las autoridades lleva, al menos durante un buen tiempo, a disfrutar del deporte desde casa. A buscar formas ingeniosas de alentar, quizá desde alguna reunión virtual como se ha hecho en otros países. Pero, para que todos vuelvan, tiene que haber garantías, las que comienzan no echándole la culpa a otros, sino cuidándonos cada uno y a nuestras familias.

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