Hoy se define quién será el próximo presidente del Perú. Quien asuma no tiene idea, hoy, de lo que sucederá cuando se coloque la banda presidencial.
Para el 28 de julio el principal problema será el número de fallecidos diarios por COVID-19, el déficit de camas hospitalarias, la falta de oxígeno medicinal y de personal de salud para atender a los enfermos y las emergencias.
Los candidatos sueñan con la banda presidencial. No parecen saber que para el 28 de julio no tendrán los fondos fiscales que tenemos hoy.
Se agotan los recursos para comprar insumos, medicinas, equipos de protección personal, plantas de oxígeno, y pagar bonos y subsidios.
La crisis ya no será una crisis sanitaria, sino una crisis humanitaria. No es alarmismo, es cuestión de ver lo que pasa.
Hasta hoy domingo, día de las elecciones, no se ha firmado un solo contrato nuevo con los laboratorios que proveen las vacunas. Hay “acuerdos”, pero no contratos.
Ya ni siquiera se habla del acuerdo por 38 millones de dosis con Sinopharm. Puede ser producto de la crisis diplomática desatada por la vacunación VIP del expresidente Vizcarra y compañía.
No solo tenemos muy pocas vacunas, sino que ni siquiera podemos distribuir esas pocas.
En febrero empezaron a llegar las vacunas. Hasta ahora, 11 de abril, solo se ha usado el 63% de las escasas dosis recibidas.
El próximo presidente del Perú, ¿tiene idea de la dimensión de la ineficiencia administrativa de las vacunas? ¿Tiene idea de cómo resolverla?
Las vacunas son pieza clave para luchar contra la epidemia. Mientras se demoran, aumentan las variantes y su capacidad infecciosa. En otras palabras, si las vacunas demoran mucho, podría reducirse la eficacia de las que hay hoy.
Chile logró vacunar a 7 millones de personas hasta la primera semana de abril. Sin embargo, tiene más de 9 mil contagios diarios.
Empezaron a vacunar en diciembre, a uno de los ritmos más rápidos del mundo. Son, pues, muchos meses los que toma (al ritmo rápido) llegar a la llamada “inmunidad de rebaño”.
Es fácil sacar cuentas con respecto a nuestro país. Muy pocas vacunas, sin contratos nuevos y con nuevas variantes del virus. La última variante brasileña, al parecer, cuenta con dieciocho mutaciones. La anterior, la P1, contaba con diecisiete.
Como población, no estaremos protegidos contra el virus y sus variantes de aquí a julio. Quizá ni siquiera de aquí a diciembre. Por eso, tenemos que prepararnos para enfrentar un aumento de dimensiones extremas de la crisis sanitaria.
El presidente que asuma el 28 de julio no está preparado para enfrentar esa situación. Sabemos que no lo está porque ningún candidato ha hecho el cálculo del tamaño de la crisis pandémica que enfrentará desde el momento en que se ponga la banda presidencial.
El gobierno de transición y emergencia, cuando entró, no sabía lo que enfrentaba. Hoy ya aprendió cómo es la ineficiencia de la administración pública. Su “beca”, sin embargo, ha sido sumamente cara para el país.
Ojalá que quien salga elegido hoy se ponga a trabajar inmediatamente en la crisis humanitaria que se viene. No podemos pagar más becas a los políticos para que aprendan a costa de nuestra tragedia.
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