¿A dónde apuntan los reflectores?

Los gobernantes y sus aliados dicen que nadie podía preverlo y que, por ende, ningún Estado –ellos incluidos– podía estar preparado frente a lo ocurrido. Pero es que, justamente, de eso se trata ser Gobierno, ¿o no? ¿Para qué postularon al cargo? ¿Acaso creyeron que solo serían ceremonias y aplausos? Luego de la enorme burocracia creada en el siglo XX (casi dos millones de personas), ¿no leyeron los cables? ¿No imaginaron cómo podía desarrollarse la crisis? ¿No era evidente en marzo (dos meses después de iniciada la crisis en China) la necesidad de pruebas y de camas UCI completas?

Para tapar esta ineficiencia, tanto el Gobierno como los neosocialistas apuntan a terceros. El primero culpa de todo al pasado y a la (in)cultura ciudadana; los segundos, al modelo económico. Sin embargo, ambos promueven la misma solución: “Más Estado, menos mercado”.

Nadie puede dudar de que nuestros gobernantes y burócratas en el pasado –y presente– han sido, en su gran mayoría, ineptos y corruptos. También es cierto que la cultura predominante no ayuda: cuando el 75% de la PEA y cerca del 50% del PBI actúan en la informalidad, es difícil que cambien sus hábitos de comportamiento, consumo y trabajo súbitamente.

Pero estos dos hechos dirigen las culpas al Estado más que al mercado. La conexión causal es evidente. Por supuesto que hay empresarios corruptos, pero en los países con un marco de desarrollo liberal, se promueven tanto el mercado como aquellas instituciones que regulan el buen uso del mismo, lo que significa un Estado que se dedica y se enfoca en sus principales obligaciones. Funciona el mercado, pero también el Estado y sus instituciones. Los Estados nórdicos son un muy buen ejemplo: fuertes en sus obligaciones, pero respetan la libertad de decisión de sus ciudadanos.

En el Perú, la regla ha sido la opuesta. Mientras el presupuesto ha crecido 520% en los últimos 20 años, ¿en qué se invirtieron dichos recursos? ¿Hospitales? ¿Colegios? ¿Alguna reforma (judicial, del Estado o previsional)? Por supuesto que no, pero despilfarramos, ante la queja de muy pocos, miles de millones en refinerías, satélites, armas y un larguísimo etcétera de juguetes inútiles para los ciudadanos. En resumen, no es cierto que faltaron recursos. Tuvimos a disposición cientos de miles de millones de soles para invertir en instituciones, hospitales, escuelas y carreteras. El problema es que se malgastó en barbaridades y corruptelas.

Nuestro Estado deja de hacer lo que debe hacer por hacer lo que no debe hacer. Ese es el problema. Y estas, sus consecuencias.