Cubrir por estos días las incidencias de los se complica con la cabeza partida entre el cine y nuestra desconcertante realidad política. ¿Es frívolo pensar en encuadres y narrativas en un país atosigado por la corrupción? ¿Se tratará de un gesto escapista? ¿O es el arte un necesario refugio frente a tanta podredumbre? Reflexiones inevitables que a veces nos regalan curiosos paralelismos entre la ficción y la realidad. De allí que haya estado pensando en estos Óscar peruanos: simbólicos galardones para lo más selecto de la histriónica y tragicómica coyuntura nacional.

Por ejemplo, un premio al Mejor Actor para el ahora ex primer ministro . Caído en desgracia tras la filtración de una serie de audios en los que dio muestra de sus dotes interpretativos, el susodicho quizá sea una estrella incomprendida. “Lo único que quiero saber es si me quieres o no”, se le escucha decir en la grabación, con tono grave y sentido, a la manera de un Humphrey Bogart actualizado y mejorado: solo un varón verdaderamente deconstruido se atreve a preguntarle a una mujer cómo están sus gatitos. ¿Se lo imaginan cantando “I’m just Ken” a la Barbie de turno?

El trofeo a Mejor Diseño de Producción podría otorgársele al dramón con final feliz que y orquestaron mientras cuestiones más urgentes nos acechaban. “Yo capitán”, podría titularse la película si la centramos en la figura del futbolista que terminó desdibujando su estatus de ídolo. O podríamos llamarla “Maestro”, aunque nada tenga que ver con un director de orquesta, sino más bien con un amauta de cuestionables atributos. “El niño representa nuestra niñez, y los jóvenes representan nuestra juventud”, declamó Acuña hace poco. Envidiable guion.

El señor Alberto Fujimori se merecería dos Óscar: el de Mejor Maquillaje y el de Efectos Especiales. Porque luego de mostrarse agónico y de que quedara en libertad por razones humanitarias, ahora se deja ver paseando por centros comerciales, y muy sano y rebosante en TikTok y demás redes sociales. ¿Han visto la nominada “El Conde”, aquella película de Netflix que parodia al exmandatario chileno Augusto Pinochet convertido en vampiro? Pues poco o nada tiene que envidiarle su equivalente local.

Por último, desfilando radiantes por la alfombra roja sangre, aparecen nuestros congresistas, acreedores del premio al Mejor Reparto. No necesariamente por la brillantez de las 130 estrellas de su elenco, sino por el tremendo reparto de prebendas, dádivas y favores al que nos tienen acostumbrados. Todo mientras sacan adelante una peligrosa Ley Forestal, desmontan porque sí a la JNJ y aprueban a su antojo el retorno a una bicameralidad que nadie pidió. ¿Título para la película? “Pobres criaturas”. Les cae a pelo.

Juan Carlos Fangacio Arakaki es Subeditor de Luces