El pasado miércoles 3 de julio fueron repuestos Aldo Vásquez Ríos e Inés Tello de Ñecco como integrantes de la Junta Nacional de Justicia (JNJ), como consecuencia de la ejecución de una sentencia de primera instancia emitida con solo dos votos favorables por la Tercera Sala Constitucional de la Corte Superior de Justicia de Lima –uno de los cuales fue emitido por un magistrado que se encuentra en pleno proceso de ratificación ante la propia JNJ–.
Ni bien se reincorporaron, y a pesar de que la malhadada sentencia no tiene la condición de firme, la JNJ, demostrando una vez más una desfachatez descomunal, aceleró el paso para poner en agenda el recurso de reconsideración que Piero Alessandro Corvetto Salinas había interpuesto el 11 de mayo del año en curso, contra la Resolución 090-2024-Pleno-JNJ, emitida el 7 de dicho mes, que determinó su no permanencia como jefe de la Oficina Nacional de Procesos Electorales (ONPE) al no haberse alcanzado los votos para su pretendida ratificación.
Así, el 8 de julio –esto es, a solo tres días hábiles de la cuestionable reposición– citaron a audiencia para el pasado día 11, y el 12 comunicaron su decisión, acogiendo la reconsideración y ratificando a Corvetto Salinas para un segundo período al frente de la ONPE.
¿Por qué no se había votado antes la referida reconsideración, si esta lo que busca es un reexamen de la decisión de no ratificación y estaban habilitados los que la habían decidido? ¿Acaso no podía verse tan pronto esta se había planteado? ¿No era conveniente verla pronto para así finiquitar el tema y convocar, de no ser reconsiderada la decisión, a un concurso para seleccionar al nuevo jefe del referido organismo electoral? La respuesta a todas estas preguntas es que el sector que apoyaba la continuación del jefe de la ONPE no quería que su no ratificación quedase firme y esperaba el regreso de los inhabilitados Vásquez y Tello para recién ahí poner a debate y voto el recurso que se había interpuesto.
De esta forma, como dicho sector no contaba con los votos necesarios para que la ratificación prosperase, pospusieron su debate hasta contar con ellos. No hay otra explicación, porque si la JNJ consideró en su momento que la continuidad de Corvetto Salinas debía ser decidida por los cinco integrantes sobrevivientes después del retiro de Vásquez y Tello, ¿cuál era la razón para que esos cinco integrantes no pudiesen resolver prontamente el recurso de reconsideración que se había interpuesto?
Y, por otro lado, si ya se había esperado tanto tiempo en no poner a debate la reconsideración, ¿por qué acelerar el tema ahora, si el reingreso de Vásquez y Tello aún no está firme? ¿Acaso no era mejor esperar que este sea confirmado?
Queda demostrada la forma como ha venido actuando la JNJ, que en todo este tiempo ha sido la abanderada del doble rasero y de la aplicación de la ley a su gusto, todo ello sin que se les sonrojen siquiera las mejillas.
Esperar que la JNJ ahora, en su etapa final, actúe demostrando equilibrio, prudencia, imparcialidad y decoro sería mucho pedir. Lamentablemente, a la mayoría de sus integrantes les gana su naturaleza; como en el cuento del escorpión y la rana, también hay personas que no miden las consecuencias de sus actos, ni dañarse incluso a sí mismos.