Maite  Vizcarra

En diciembre del 2013 tuve la oportunidad de participar en el foro de innovación de la otrora primigenia en Santiago de Chile, el LAB4+. Desde entonces, seguí vinculada a ese foro de diversas maneras y puedo dar fe de que ese espacio es, sin duda, uno de los más relevantes de la región en torno de temas de futuro y, en particular, del emprendimiento tecnológico y la innovación.

El LAB4+ es tan solo una de las instituciones que mejor definen a ese esfuerzo regional de integración que, con un marcado carácter funcional, sigue construyendo corredores de desarrollo entre los cuatro países fundadores pese a las rencillas –ideológicas– de los mandatarios de México y el que han afectado el proceso de transferencia de la llamada presidencia pro témpore a nuestro país.

Y si bien es necesario buscar que el Perú sea reconocido oficialmente como el país que liderará durante un año esta iniciativa latinoamericana, también es pertinente indicar que los distintos estamentos de la alianza siguen colaborando de manera regular. Una situación que claramente celebramos.

Luego de 12 años de existencia, ¿cuáles son los avances conseguidos? ¿Se puede vislumbrar por dónde irá el desarrollo de este grupo? Si bien la Alianza del Pacífico no se describe a sí misma en sus documentos fundacionales como un bloque orientado a la innovación o al desarrollo tecnológico –en la medida en que se fue consolidando en términos de libre comercio y movilidad de personas, profesionales y empresarios–, la innovación se ha posicionado como una de las prioridades que ha venido impulsando.

Esto se ve reflejado, por ejemplo, en la disposición de fondos para la cooperación técnica y el desarrollo de un ecosistema regional de innovación (EIAP) que viene a ser algo como un mercado regional para la innovación tecnológica que, en principio, vincula solo a Colombia, Chile, México y el Perú, pero que tiene claramente una vocación de expansión hacia los países observadores en todos los continentes.

Ese ecosistema también ha facilitado el establecimiento de un Grupo Técnico de Innovación (GTI) conformado por las agencias de fomento a la innovación de los cuatro países, que se ha dedicado a situar la innovación dentro de las prioridades en la agenda anual de la alianza y que, en concreto, supone compartir ayudas económicas a través de los llamados capitales ángeles para potenciar nuevos emprendimientos principalmente vinculados con la . Pero también a la implementación de buenas prácticas a efectos de homogeneizar una ruta de innovación compartida.

En esa línea está la llamada ‘InnovAP’ que el año pasado realizó una revisión profunda de la hoja de ruta orientada al establecimiento de un mercado para las llamadas industrias creativas (software, multimedia, arte, música, videojuegos, entre otros) que, lamentablemente, aún no terminan de cohesionarse en el país.

Cuando hablamos de la Alianza del Pacífico por estos días inevitablemente viene a nuestra mente el entredicho diplomático entre la presidenta Dina Boluarte y el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, pero la alianza no es una iniciativa política per se. Es, sobre todo, una iniciativa en la que el sector privado tiene una tracción enorme y –tal vez– por ello las instituciones que he referido aquí no han dejado de movilizarse en estos años.

En un futuro, lo que tenemos que provocar respecto de esta integración es una mayor movilidad de talentos y capital humano. Permitir la creación de un mercado laboral compartido que refuerce nuevas economías, pero, sobre todo, nuevos horizontes de futuro compartido. Tal vez, el sueño de integración latinoamericano tantas veces añorado por muchos influyentes termine de concretarse, pero no en torno de la ideología, sino básicamente y gracias a insumos más prácticos e impactantes como suelen ser los asociados al desarrollo tecnológico. Seguiremos atentos a ello.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Maite Vizcarra Tecnóloga, @Techtulia