Cuando la calle se convierte en un escenario bélico, la casa no es solo un lugar donde vivir, sino –sobre todo– un refugio contra el enemigo. Nuestras milicias en esta guerra están conformadas por la “avanzada” o la “primera línea”, que forma el grupo de médicos y enfermeras. El resto, la población civil, solo puede resistir en sus refugios. Es lo que me dice mucha gente que no pisa la vereda por ningún motivo (“a lo más una vez por semana, para comprar algo”, es una frase que escucho con frecuencia), pues se ha impuesto una cuarentena personal. Hoy es un privilegio para los que se lo pueden permitir, y lo hacen con miedo y alivio: el sueño de la cuarentena propia.
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