Héctor Villalobos

La tiene sus propias reglas que permiten defenderla de quienes amenazan su esencia y sus principios. Cuando las autoridades que deben encargarse de aplicarlas se desentienden de su tarea, miran al costado, les tiran la pelota a otros o se refugian en formalismos para no cumplir su labor, se convierten en cómplices por omisión. Una democracia boba solo es posible gracias a funcionarios que se hacen los bobos y que creen que los ciudadanos lo son.

Es el caso, por ejemplo, de la inscripción del partido de . Su líder regurgita en plazas y redes sociales un discurso racista, xenófobo y homofóbico y anuncia asesinatos selectivos contra expresidentes. Pero como el rostro visible de la organización no aparece inscrito como dirigente y en el ideario que presentaron se cuidaron de mencionar alguna de sus propuestas orates, para el Jurado Nacional de Elecciones todo está bien: esta agrupación no atenta contra los principios democráticos.

Probablemente, el mismo destino es el que tendrá el partido APU, integrado por un grupo de negacionistas del golpe de Estado de Pedro Castillo. El JNE no pondrá objeciones para su inscripción, siempre y cuando cumplan los formalismos legales y eviten colocar en sus estatutos las ideas radicales que predican en las plazas públicas y en sus programas de prensa alternativa. Uno de sus principales rostros es , uno de los acusados por el golpe castillista. Aunque sus integrantes no han querido confirmar si el ex primer ministro es su carta como candidato, lo cierto es que el confeso admirador de Hitler no tiene impedimento legal para postular, debido a que aún no tiene sentencia firme y el Congreso no alcanzó los votos para inhabilitarlo.

Antauro Humala y Aníbal Torres son solo dos de los ejemplos más conocidos. La fila de radicales que quieren cumplir el sueño del partido propio es larga: Bermejos, Pasiones, Pukas y otros. Por suerte para ellos, hay jurado para todos.


*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Héctor Villalobos es editor de Política

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