Santiago Pedraglio

La reunión del lideró la agenda noticiosa, aunque las protestas se hicieron sentir en ciudades como Lima, Huancayo, Chiclayo, Arequipa y Puno. Mientras tanto, el presidente de , Xi Jinping, deslizó con discreción apuntes sobre la política comercial de su país que, sin mencionarlo explícitamente, la diferencian de la más bien proteccionista política comercial de Estados Unidos. Como telón de fondo es difícil no avistar una “guerra comercial”, lo que nos lleva a preguntarnos cuánto y cómo el puerto de Chancay formará parte de los forcejeos.

Frente a esto, es indispensable tener una idea más clara del Perú que queremos. Corremos el riesgo de que la atracción por el comercio exterior y sus benéficos efectos haga desaparecer la importancia de consolidar el Estado para que garantice seguridad, pero también educación, salud, conectividad y su propia capacidad de recaudación tributaria.

Reconociendo las evidentes diferencias entre China y el Perú –y el marcado carácter autoritario del régimen chino–, es interesante reparar en cómo se preparan, de cara al futuro, las autoridades de aquel país. En una reunión de julio reciente, el Comité Central del gobernante Partido Comunista Chino dio cuenta de su desempeño, acorde con una orientación estratégica de desarrollo de octubre del 2022: “[hemos] actuado promoviendo, con visión de conjunto, la disposición general de un todo compuesto por cinco elementos: la construcción económica, la política, la cultural, la social y la de la civilización ecológica”.

La idea de desarrollo del Gobierno Chino, resumida en esos cinco elementos, está lejos de una visión económica reduccionista. Es más: sostienen que “la educación, la acción científico-tecnológica y el personal de valía constituyen el soporte básico y estratégico para la modernización china. Es preciso que se implementen a fondo la estrategia de vigorización del país mediante la ciencia y la educación, la de su fortalecimiento con recursos humanos excelentes y la del desarrollo propulsado por la innovación”.

Ciertamente, no es necesario ser un país socialista o comunista, ni nada por el estilo, para tener una visión multicausal y no solo economicista del desarrollo. ¿Y cómo andamos por casa? Mal, contrarreforma de la educación superior incluida. La “nueva era” de la que hablan los chinos nos coge cuasi calatos en cuanto a los “soportes básicos y estratégicos”, ya no para la modernización del país, sino hasta para atender las necesidades de Chancay. Por eso, prepararse para el 2026 es una responsabilidad general.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.



Santiago Pedraglio es Sociólogo

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