Maite  Vizcarra

Todos los que aman la tecnología y los escenarios distópicos han tenido que recalar en algún capítulo de esa fascinante serie inglesa “Black Mirror”, que se puede ver en Netflix. La serie, de estupenda factura, presenta realidades increíbles en las que el uso de la tecnología digital plantea dilemas éticos alrededor de cómo lo digital está creando nuevas formas de influir y ejercer poder.

En el “Momento Waldo”, el tercer capítulo de la segunda temporada, un oso de dibujos animados logra competir por un escaño con los candidatos de los partidos Laborista y Conservador del Reino Unido. Aprovechando el rechazo hacia los partidos tradicionales y el lenguaje políticamente incorrecto, el cómico fracasado que se esconde detrás de este holograma se dedica a insultar y a mofarse de los políticos. Así, el oso virtual de dibujos animados bizarro y socarrón que gana popularidad comentando en el espacio político de un periodista, pronto pasa a debatir con los candidatos e incluso termina presentándose a los comicios.

El oso Waldo encarna el sensacionalismo, la trivialización de la política, el desprecio por el diálogo al dedicarse a atacar a sus rivales. Waldo es la encarnación cómic de la antipolítica en estado puro: no propone absolutamente nada.

¿Les parece familiar esta situación? Seguro que sí. Hoy se está dando en tiempo real en las elecciones argentinas, donde la contienda electoral entre los dos candidatos que se disputan la segunda vuelta ya ha echado mano de imágenes de inteligencia artificial (IA) para seguir ganando adeptos y, de paso, confundir.

De acuerdo con un reciente informe de “The New York Times”, la campaña electoral en Argentina ya ha usado la IA para retratar al candidato Sergio Massa –el actual ministro de Economía de centroizquierda– como fuerte, intrépido y carismático, incluyendo videos que lo muestran como un soldado en una guerra o como el mismísimo Indiana Jones. Pero la campaña también ha usado la IA para retratar al candidato oponente, Javier Milei –el economista libertario de extrema derecha y figura televisiva conocida por sus arrebatos–, como inestable, colocándolo en películas como “La naranja mecánica”.

¿Puede la IA influir de verdad en la opinión de la gente?

Este protagonismo que la IA está generando en el debate político en las elecciones argentinas nos vuelve a colocar frente a la creciente prevalencia de lo digital y demuestra que, con su creciente poder y su costo cada vez menor, es probable que hoy sea un factor crítico en muchas elecciones democráticas alrededor del mundo. Básicamente porque, como el oso Waldo, estas imágenes emuladas mediante la IA se dedican a encarnar la antipolítica y la anarquía, que resultan tan atractivas últimamente en medio mundo.

Lo que está pasando en Argentina con la tecnología, el debate político en las redes sociales, los discursos paralelos a través de personajes generados por IA y su impacto entre los votantes tiene que interesarnos mucho, pues, al igual que el país del sur, quienes son más proclives a esos contenidos son las poblaciones más jóvenes.

No en vano, en el Perú, el 24,9% de la población peruana representa a la población joven (INEI, 2018), la que constituye además un tercio de la fuerza laboral nacional, actualmente subempleada y sin un rumbo muy fijo ante la recesión económica. En ese mundo, un Waldo anarquista es más que bienvenido. Ojo con las realidades paralelas, pues estas no solo se fraguan en los videojuegos.

Maite Vizcarra Tecnóloga, @Techtulia

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