Andrés Oppenheimer

El presidente de , Alberto Fernández, planea recibir a los dictadores de y Cuba en la cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) mañana en Buenos Aires. Si se realizan estas visitas, Argentina no solo contribuirá a legitimar a dos grandes violadores de derechos humanos, sino que se alejará aún más de Estados Unidos y otras democracias occidentales.

Por más absurdo que suene, el gobierno populista de Fernández defiende su decisión de invitar a los dictadores de Venezuela y Cuba alegando que son líderes democráticamente electos. La vocera presidencial de Argentina, Gabriela Cerruti, se refirió al tirano venezolano Nicolás Maduro como “el presidente elegido democráticamente de Venezuela”.

En cuanto a los abusos a los derechos humanos en Venezuela, Cerruti agregó que “no es que nos parece todo bien lo que está sucediendo [en Venezuela], pero mucho menos nos parece todo mal”. Es difícil no asombrarse cuando uno escucha semejantes disparates. Maduro se reeligió a sí mismo en elecciones fraudulentas en el 2018, en las que prohibió competir a los principales candidatos de la oposición, cerró todos los medios independientes y no permitió la presencia de observadores internacionales creíbles.

La reelección de Maduro fue un chiste a tal punto que prácticamente todas las democracias occidentales declararon a Maduro presidente ilegítimo. Más de 50 naciones reconocieron al entonces líder opositor de la Asamblea Nacional, Juan Guaidó, como el único líder legítimo del país.

Entre el 2016 y el 2018, los escuadrones de la muerte de Maduro mataron a más de 19.000 personas, según la organización de derechos humanos Human Rights Watch. Las Naciones Unidas ha reportado que miles de estas muertes fueron “ejecuciones extrajudiciales”.

En cuanto al presidente cubano Miguel Díaz-Canel, el régimen comunista de su país no ha permitido una sola elección libre, ni medios independientes, ni partidos políticos de oposición durante los últimos 64 años.

Lo más sorprendente, como pude comprobar cuando entrevisté al canciller argentino Santiago Cafiero en Buenos Aires el año pasado, es que el Gobierno Argentino cree que puede tener excelentes relaciones simultáneamente con China, Rusia y Estados Unidos. La cosa no funciona así.

Frente a las críticas de que recibirá con alfombra roja a los dictadores de Venezuela y Cuba, Fernández respondió que también invitó al presidente de Estados Unidos, Joe Biden. Pero el gobierno de Fernández cometió un gran error al invitar a Biden: envió su carta de invitación formal al presidente de Estados Unidos varias semanas después de haber invitado al dictador chino Xi Jinping, y presumiblemente solo después de que el líder chino dijera que no podría asistir.

Copias de las dos cartas de invitación publicadas en medios argentinos confirman que la carta de invitación a Xi estaba fechada el 2 de diciembre, mientras que la invitación a Biden, el 26 de diciembre.

En un discurso a la nación el 12 de enero, Maduro dijo que acababa de conversar con sus pares de Brasil, Argentina y Colombia para “avanzar en la conformación de un poderoso bloque de fuerzas políticas” aliadas con China y Rusia. El presidente de Brasil, Luis Inácio Lula da Silva, y el de Colombia, Gustavo Petro, están entre los más de una docena de presidentes que tienen planeado asistir a la Cumbre de la Celac. Estados Unidos estará representado por el asesor presidencial especial para las Américas, Chris Dodd.

Lo más probable es que Maduro no llegue a ninguna parte con su plan de recrear un poderoso bloque de izquierda, porque Venezuela está en bancarrota y tanto China como Rusia están pasando por un momento económico demasiado malo como para embarcarse en costosas aventuras políticas en Latinoamérica. Pero el Gobierno Argentino pasará a la historia como un cómplice de dictadores, sin obtener ningún rédito económico para el país por codearse con ellos. Al contrario, ahuyentará más aún los inversionistas y creará más pobreza.


–Glosado y editado–

© El Nuevo Herald. Distribuido por Tribune Content Agency, LLC

Andrés Oppenheimer es periodista

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