Mariza Zapata

El Comercio retomó hace varias semanas el programa de las como una forma de volver a acercarse a los problemas cotidianos de sus lectores y ser intermediario entre los vecinos y los alcaldes en la búsqueda de soluciones. Ya se habían organizado con éxito entre el 2002 y el 2015 bajo los mismos fines de hacer periodismo y de responsabilidad social en los distritos de Lima y las regiones del país.

Estas audiencias, además de convertirse en una gran fuente de información sobre temas que luego vemos desarrollados rigurosamente en reportajes periodísticos, cuentan ahora con el apoyo de IDEA Internacional del Perú y la empresa Enel, y se suman convenientemente a los diferentes tipos de participación ciudadana activa en la gestión municipal como las juntas vecinales, el presupuesto participativo, las audiencias de rendición de cuentas, el cabildo abierto o el plan de ejecución de obras concertado. Todas amparadas en las normas municipales.

Vale esta iniciativa de El Comercio para citar y vincular algunos pensamientos e ideas de Aristóteles y Santo Tomás de Aquino sobre la relación activa que tiene el ciudadano con su comunidad, con el otro.

El hombre es un animal político, es un hombre social, dice el filósofo griego, que se integra a la ‘polis’ de manera natural, vive en sociedad y tiene derecho a decir lo que es ventajoso para él o no, o lo que es justo e injusto; tiene el derecho a saber qué pasa en la comunidad en la que vive. En su obra “Política” (1), precisa que la ciudad es, por naturaleza, anterior al individuo; porque si cada uno no se basta por sí mismo, se encontrará de manera semejante a las demás partes en relación con el todo. Y el que no puede vivir en comunidad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la ciudad, sino una bestia o un dios .

Y además de integrarse en la comunidad por su naturaleza humana, busca el bien común que decanta en un bien individual. Santo Tomás de Aquino en “Suma Teológica” (2) afirma: “Quien busca el bien común de la multitud busca también, como consecuencia, el suyo propio […] porque no puede darse el bien propio sin el bien común, sea de la familia, sea de la ciudad, sea de la patria”. Y agrega: “Siendo el hombre parte de una casa y de una ciudad, debe buscar lo que es bueno para sí por el prudente cuidado del bien de la colectividad” .

De allí la importancia de las Audiencias Vecinales, porque es en esta búsqueda del bien común que el ciudadano quiere participar en la adquisición del mismo, convertirse en un elemento activo para su ejecución. Es decir, proponer proyectos de obras públicas que mejoren su barrio, conocer cómo se están ejecutando, el origen de la inversión, cuáles son los plazos de ejecución, cómo estos van a mejorar la calidad de vida. La coordinación es constante con los gobernantes, en este caso, con los alcaldes.

Este bien común nos conduce a la felicidad, a lo que el estagirita denomina el “buen vivir”, pero en una sociedad. “Buen vivir” en un barrio seguro, en el que se pueda caminar tranquilo sin el temor de ser atacado por un delincuente, disfrutar de los espacios públicos de recreación y áreas verdes; el “buen vivir” con sistemas adecuados de agua, alcantarillado y luz pública, y pago de tributos justos.

Por tanto, las Audiencias Vecinales conforman uno de los caminos para encontrar ese “buen vivir”, esa felicidad común que se construye del compromiso social de todos los ciudadanos.




(1) Aristóteles (1988). Política. Madrid: Editorial Gredos.

(2) Tomás de Aquino (1990). Suma teológica. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos.



*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Mariza Zapata es editora de Contenidos Print