La pandemia del COVID-19 mató a más de 218.000 peruanos. Hoy nos matamos entre nosotros.
En este espacio suelo insistir en la necesidad de retomar políticas públicas que impacten en el bienestar colectivo. No tengo la receta para resolver el complicado contexto político que vive nuestro país, pero sí creo que contribuye ver lo bueno que se está haciendo y lo mucho que falta por hacer. Destacar iniciativas que están tendiendo puentes, en lugar de reforzar el discurso de “ellos” o “nosotros”.
Por eso, quiero compartir con ustedes lo que estamos haciendo en Propuestas del Bicentenario y el impacto que estamos teniendo en las regiones del país. Esta es la iniciativa principal de Videnza Instituto, nuestra asociación civil sin fines de lucro desde la que planteamos recomendaciones para mejorar la gestión y las políticas públicas en el Perú. Además de su difusión e incidencia, realizamos acciones de seguimiento para que su aplicación efectivamente beneficie a los ciudadanos. Y lo hacemos de la mano de un reconocido grupo de exministros y profesionales líderes en sus respectivos campos.
Propuestas del Bicentenario ofrece medidas concretas para construir institucionalidad, defender lo logrado en estas últimas décadas y proponer avances sobre lo pendiente en cinco principios fundamentales: construcción de institucionalidad; estabilidad macroeconómica y sostenibilidad fiscal; construcción de confianza entre Estado, empresa y ciudadanía; Estado inclusivo y enfocado en el ciudadano; y promoción de la economía social de mercado. Es financiada mediante donaciones de un grupo de empresas nacionales comprometidas con la defensa de esos cinco principios.
La primera etapa de Propuestas del Bicentenario se dio en medio del proceso electoral general del 2021. Nos centramos en el cómo: plantear acciones que pudieran ser adoptadas por quien asumiera la presidencia de la República. En la segunda etapa volcamos la mirada hacia las regiones. Tras una elección tan polarizada entre Lima y el resto del país, urgía entender la realidad de las regiones. Además, en este mundo de ‘fake news’ y donde muchas decisiones se toman sin sustento, era imprescindible darle la importancia debida a la evidencia. Por eso, desarrollamos un repositorio de información, el Observatorio del Bicentenario (www.propuestasdelbicentenario.pe), donde recopilamos información de regiones para entender estas diferencias.
Nos propusimos tres objetivos. Primero, analizar y hacer seguimiento de más de 170 indicadores de ocho ejes –salud, educación, agua y saneamiento, crecimiento económico, entre otros– que son actualizados de manera continua. En segundo lugar, plantear soluciones técnicas para mejorar la calidad de los servicios en cada eje. Y, finalmente, continuar con el diálogo y la incidencia de las medidas formuladas. Brindamos propuestas y oportunidades de mejora basadas en las fortalezas, necesidades y limitantes específicas de cada región.
Hoy estamos en la tercera etapa de Propuestas del Bicentenario, enfocada esta vez en desarrollar medidas para construir institucionalidad. Pensar en cómo revertir seis años perdidos por problemas institucionales que ahora están en su pico por la convulsión social que vive el país y, por lo tanto, apostar por mejorar la gestión y superar las barreras institucionales. Estamos trabajando en reforma política, lucha contra la corrupción, meritocracia en la administración pública, seguridad ciudadana, formalización de la economía y protección social (alivio a la pobreza, primera infancia y salud).
Priorizamos ir al terreno para entender ‘in situ’ la realidad de cada localidad y no actuar solos, sino en base a alianzas con gobiernos locales, universidades, sociedad civil y cámaras de comercio. No vamos con ideas preconcebidas, sino con humildad para entender las prioridades de cada región en tres ámbitos: qué puede mover su economía, cuáles son las políticas públicas más susceptibles de ser mejoradas y cómo lograr que el Estado funcione mejor.
Esto último lo hacemos a través de capacitaciones y planteando fórmulas para encauzar las políticas que están paralizadas. La idea es trabajar de la mano con actores locales y que este esfuerzo cale en la opinión pública. Para ello, apelamos a los medios de comunicación locales y a acciones de incidencia que permitan generar consensos más amplios.
Son demasiados años ya de una inestabilidad que impide al Estado Peruano ir resolviendo los problemas de los ciudadanos: ofrecer un buen sistema de salud, educación de calidad, seguridad ciudadana, etc. Mientras tanto, la polarización aumenta y los discursos se radicalizan. Es imperioso seguir discutiendo qué intervenciones de política pública requiere nuestro país y cómo superar la desarticulación institucional que atraviesa sus tres niveles de gobierno; así como enfocarnos en construir, cada uno desde su trinchera y pensando en el bien común. Debemos buscar puntos de encuentro. El diálogo es posible, pero exige voluntad y visión de largo plazo.