Todo indica que en las elecciones generales de la semana que viene en el Reino Unido los conservadores serán aplastados. Después de 14 años en el poder, los desplazará con fuerza el Partido Laborista de izquierda.
Una encuesta predice que los laboristas obtendrán más de 500 de los 650 escaños en la Cámara Baja del Parlamento y los conservadores apenas 50. Según el analista Fareed Zakaria, sería el peor resultado para el Partido Conservador desde que se fundó en 1834.
Tal como han observado Zakaria y otros, es un revés importante, pues tan solo en el 2019 los conservadores lograron una mayoría en la Cámara Baja y los laboristas obtuvieron su peor resultado en 85 años.
¿Qué ha pasado para que los británicos se viren tanto? Según el analista Ryan Bourne, el problema principal del Reino Unido desde la crisis financiera internacional ha sido un crecimiento bajo. Observa que “su economía está ahora un 37% por debajo de donde podría haber estado si la producción real hubiera seguido su tendencia anterior al 2008″.
Como los gobiernos anteriores, el actual gobierno de Rishi Sunak no ha sido capaz de implementar una agenda de crecimiento. En su lugar, ha incrementado impuestos de manera sustancial. Desde el 2019, la carga fiscal total se ha incrementado enormemente por 3,4 puntos del PBI –para llegar a su nivel más alto durante la posguerra–, según Bourne.
Hace largo tiempo que el Partido Conservador dejó de ser el partido de Margaret Thatcher. Bajo sus gobiernos, el gasto público ha sobrepasado el 40% del PBI. Cuando llegó David Cameron al poder en el 2010, su enfoque fue reducir un déficit fiscal enorme y lo hizo a través de aumentos de impuestos y control del gasto.
No implementó reformas pro crecimiento por el lado de la oferta, como desregulaciones. Cameron sí introdujo el referéndum del ‘brexit’, a pesar de estar en contra. El ‘brexit’ se aprobó y, a su vez, terminó afectando negativamente la inversión y el comercio, sobre todo por la incertidumbre política que causó.
La primera ministra Theresa May (2016-2019) lidió con la complicada transición hacia el ‘brexit’, pero sufrió de baja popularidad. Cuando entró al poder Boris Johnson, quien sí era favorable al ‘brexit’, prometió renovar el crecimiento. Pero Johnson terminó siendo un líder frívolo y su gobierno coincidió con la pandemia, que hizo disparar el gasto público y la deuda de nuevo.
Liz Truss llegó al poder en el 2022 oponiéndose a mayores impuestos. Pero como primera ministra redujo impuestos a la vez que incrementó el gasto y los mercados reaccionaron negativamente por ser incoherente e insostenible. Duró 50 días en el poder, el período más corto de cualquier primer ministro en la historia británica.
Sunak llegó, entonces, y aumentó impuestos, tal como prometió. Bourne observa que luego de 14 años de bajo crecimiento y la tasa de inflación más alta desde 1982, los conservadores son profundamente impopulares. No solamente han sido incapaces de promover el crecimiento, sino que ya ni siquiera son percibidos como un partido serio.
El Partido Laborista, por otro lado, ha sido políticamente astuto. Se ha virado al centro, dando la espalda a su ala de izquierda extrema. Esto quiere decir que no debemos esperar un cambio drástico hacia la izquierda en términos de políticas públicas. El voto que supuestamente recibirán los laboristas es más que nada un rechazo a los conservadores.
Por su lado, los conservadores están divididos, pues en estos años ha surgido un partido de la derecha alternativa, Reform UK, que obtendrá alrededor del mismo apoyo que el Partido Conservador, según las encuestas. Este partido más joven intentará dominar la derecha y fusionar los partidos, pero la derecha probablemente seguirá siendo dividida.
El partido de Thatcher seguirá siendo un recuerdo distante.