¿Es la desigualdad un problema creciente? En muchos países ha aumentado en las últimas décadas. Para la ONG Oxfam, la desigualdad global ha empeorado y es “el resultado de un sistema económico profundamente dañino y violento”. Va de la mano con la globalización que, por lo tanto, ha contribuido al auge del populismo a nivel internacional.
El experto preeminente en la desigualdad global, Branko Milanovic, no obstante, nos advierte contra narrativas falsas o que no toman en cuenta la data global. En la actual edición de “Foreign Affairs”, él presenta data desde 1820 y concluye que “el mundo se ha vuelto más igual de lo que ha sido en más de 100 años”.
Según Milanovic, desde el siglo XIX la desigualdad global creció hasta llegar a su pico en 1988. Y empezó a caer en picada especialmente en las últimas dos décadas hasta llegar al nivel en que estuvo alrededor de 1875.
Los pobres del mundo están dejando de serlo y están acercándose a la prosperidad de los ciudadanos de los países ricos. Hoy, alrededor de 40 millones de chinos ya tienen el ingreso promedio estadounidense. Ese ingreso lo gozan 165 millones de estadounidenses. Milanovic calcula que dentro de 20 o 30 años las poblaciones de chinos y estadounidenses con tal ingreso promedio será de igual tamaño.
Las investigaciones de numerosos académicos concuerdan con esa historia dramática. Pero el estándar de vida va más allá del ingreso. El bienestar humano abarca mucho más que lo monetario. ¿Qué pasa con otras mediciones de desarrollo humano y qué relación guardan con el ingreso?
En su reciente libro (“Human Development and the Path to Freedom”), el profesor Leandro Prados de la Escosura intenta contestar esas preguntas. Crea un índice que toma en cuenta indicadores de salud, educación, ingreso y libertades civiles y políticas, con data que empieza en 1870. Su índice representa una mejora sobre el Índice de Desarrollo Humano de las Naciones Unidas; entre otras razones, porque incorpora la libertad. Con mucha razón, el profesor se pregunta: ¿Para qué sirven ciertos avances si los ciudadanos no tienen la habilidad de establecer y realizar sus propias metas?
Prados de la Escosura encontró que el bienestar humano ha mejorado notablemente y que la desigualdad global en bienestar ha estado en declive desde la década de 1920. Esto ocurrió aun cuando la desigualdad global de ingresos creció durante gran parte del siglo XX. La expectativa de vida, debido en gran parte a los conocimientos médicos que procedían de países avanzados (léase, los más libres), fue uno de los factores que más contribuyó a cerrar la brecha. Se empezó a cerrar más con el auge de libertades políticas y civiles a finales del siglo XX y el crecimiento acelerado que le siguió.
Un estudio nuevo de Chelsea Follett y Vincent Geloso confirma esas tendencias. Los investigadores toman en cuenta varios indicadores adicionales para crear un índice todavía más completo sobre el progreso. Encuentran que la desigualdad global está cayendo a un paso todavía más acelerado de lo que estima Prados de la Escosura. Ellos concluyen que las mejoras en bienestar e igualdad mundial son mucho mayores de lo que la gente aprecia.
En América Latina la desigualdad de ingresos ha disminuido y no debe haber duda de que lo mismo pasa con respecto a otros indicadores de bienestar. Incluso en países ricos donde la desigualdad de ingresos ha incrementado, en otros indicadores de bienestar, como la expectativa de vida, la brecha ha venido cayendo.
El declive de la desigualdad global, especialmente durante esta era de la globalización, ha sido profundamente progresista. Es importante reconocer esos avances para no crear narrativas falsas y no implementar políticas basadas en supuestos erróneos.