Maria Cecilia  Villegas

De acuerdo con un estudio de Ipsos, nueve de cada diez familias peruanas han debido reducir sus gastos en las últimas semanas para poder enfrentar el aumento del costo de vida. Desde postergación de planes, reducción de compras de comida fuera del hogar y racionamiento de alimentos. La mayoría de estas familias debió cambiar el menú para poder llegar a fin de mes.

No hace falta ser un gurú de la para saber que, cuando suben los precios y caen los ingresos, quienes más se perjudican son los más pobres. Quienes están en el quintil más pobre de la población dedican un porcentaje mayor de sus ingresos a gastos de alimentación, por lo tanto, el aumento de precios o la caída en sus ingresos tienen un impacto directo en la calidad y la cantidad de los alimentos que consume su familia, lo que, a su vez, se verá reflejado en la incidencia de anemia y desnutrición. Caen los ingresos y cae la calidad de vida de las familias. De acuerdo con el Banco Central de Reserva del , aquellas familias que viven en pobreza y cuyo jefe es un trabajador independiente tienen una probabilidad más alta de mantenerse en pobreza en comparación con aquellos hogares cuyos jefes son empleadores o asalariados. Y esta tendencia es aún mayor en los hogares donde el jefe/jefa del hogar trabaja en el sector informal.

Se estima que el Perú ha empezado el 2024 con más del 30% de su población viviendo en pobreza y con el 73% de la población económicamente activa (PEA) desarrollándose en el sector informal. En la informalidad se trabaja, como sabemos, en condiciones precarias, no existen redes de protección social, pensiones de jubilación, ni seguro médico o de desempleo, y muchos trabajan sin condiciones de seguridad mínimas.

De acuerdo con cifras del 2022, en el Perú existen tres millones de ; de estas, el 99,4% son mypes y se calcula que la tasa de informalidad laboral en estas es alrededor del 84,2%. Es decir, hay 13,4 millones de peruanos que se desarrollan en el sector informal donde los salarios son mucho más bajos que en el sector formal. Para que se haga una idea, la mitad de los trabajadores del Perú trabaja en una microempresa y, de estos, el 48% gana un salario por debajo del sueldo mínimo (IPE).

La baja productividad del trabajador peruano es el principal problema de nuestro mercado laboral. La productividad de las microempresas es muy inferior a la productividad de las empresas más grandes. Nuestra regulación hace que el acceso a la formalidad sea sumamente caro, perdiendo la oportunidad de lograr un mayor desarrollo económico y social. Existen varios factores que explican esta baja productividad, entre ellos: la falta de capacitación de los dueños y de los trabajadores, la escasa inversión en innovación y modernización del capital, problemas de acceso al crédito y la alta informalidad.

De acuerdo con una encuesta de Mi Banco, la tasa de interés promedio del crédito bancario para la microempresa es del 43,9%. Cuatro de cada diez microempresarios considera que se están endureciendo las condiciones de acceso al crédito en los últimos meses. Por ello, el 60% de las microempresas prefiere el capital propio antes que el financiamiento, lo que limita sus posibilidades de crecer. Otro de los problemas que enfrentan las mypes es la política del pago a proveedores. En nuestro país es una práctica común que las empresas medianas y grandes se financien a través de sus proveedores, pagándoles sus facturas a 90 o 120 días. Los proveedores, que son en su mayoría mypes, se ven atrapados en la informalidad, incapaces de crecer, formalizarse y mejorar las condiciones laborales de sus trabajadores y, por lo tanto, atraer mejor y mayor talento, lo que le generaría mayor productividad y competitividad.

Desde el sector privado podemos –y debemos– contribuir con el desarrollo del país, cambiando la trampa de baja productividad y limitado crecimiento en la que nos encontramos. Para ello debemos establecer políticas empresariales adecuadas que permitan a las microempresas crecer y formalizarse. Y, así, lograremos mejorar la calidad de vida de más peruanos.

Maria Cecilia Villegas es CEO de Capitalismo Consciente Perú