El camino al crecimiento, por Álvaro Quijandría
El camino al crecimiento, por Álvaro Quijandría
Álvaro Quijandría

El debate electoral respecto a cómo retomar tasas de crecimiento elevadas se ha concentrado hasta el momento en propuestas para incrementar el gasto y la inversión. Las referencias a reformas que impulsen un uso más eficiente de los recursos parecen relegadas a un segundo plano.

La productividad ha sido un fuerte motor del crecimiento y tendrá que serlo aun más en la siguiente década. En los últimos 15 años, el incremento en la productividad ha significado un tercio del crecimiento, bastante similar a países de ingreso medio de Asia del Este. 

En un contexto externo en el que la acumulación de capital tomará mucho mayor esfuerzo y será más costosa, reformas orientadas a incrementar la productividad son la manera más rápida de retomar un crecimiento acelerado y sostenido. La lista de reformas puede ser enorme y resulta fundamental priorizar y establecer una secuencia.

Los reportes recientes del Banco Mundial “Perú: Siguiendo la senda del éxito” (octubre 2015) y “Perú: Hacia un sistema integrado de ciudades” (diciembre 2015) dan luces y propuestas al respecto.

Más allá de la evidente brecha de productividad, una diferencia importante con otros países es una enorme dispersión entre las empresas en el crecimiento de la productividad, bastante más alto que en otros países de América Latina, Asia del Este y Estados Unidos. Las empresas peruanas más eficientes son cinco veces más productivas que las que se encuentran más rezagadas, mientras en EE.UU. esta diferencia es solo del doble.   

Las empresas más productivas debieran tender a expandirse más rápido. En Estados Unidos, por ejemplo, las empresas antiguas (de 40 o más años) son alrededor de ocho veces más grandes que las empresas nuevas, mientras que en el Perú la diferencia es de solo dos veces.

Por otra parte, las ciudades principales se encuentran débilmente conectadas, con mercados internos fragmentados debido a los altos costos de transporte y una gran heterogeneidad en la provisión de servicios básicos.  

La presencia de anomalías estructurales obstaculiza el tránsito del trabajo y el capital hacia usos más productivos. En el Perú, a pesar de que la productividad en general ha crecido a un buen ritmo, esta ha sido impulsada por mejoras dentro de las empresas, y más bien arrastrada hacia abajo por obstáculos al tránsito de capital y trabajo entre empresas. Este efecto de asignación ineficiente es mucho más fuerte que en México, Colombia, Eslovenia o Hungría. 

Los recursos se trasladan hacia los usos más productivos cuando las empresas más eficientes pueden efectivamente ganar mayores porciones del mercado, contratar a más trabajadores (y capital) y seguir aumentando su productividad a partir de la innovación y adaptación tecnológica, absorbiendo trabajadores y recursos que hoy se emplean con baja productividad.

Las tres áreas evidentes a priorizar son:

Primero, impulsar una mayor competencia, especialmente en los mercados de productos y servicios transversales que son como el sistema circulatorio de nuestra economía. Mercado de combustibles y de energía, servicios de transporte, servicios logísticos en puertos, sistema financiero de pagos, telecomunicaciones, servicios legales y notariales son áreas que requieren mayor competencia. En forma paralela, dar un impulso significativo a la reducción de barreras burocráticas.

Segundo, mejorar la regulación laboral y fortalecer las capacidades de los trabajadores facilitaría que estos puedan moverse hacia puestos de trabajo más productivos. Buscar un mejor equilibrio entre la protección de los trabajadores y la creación de empleo puede promover la competitividad y la formalidad de los trabajadores. De manera complementaria, es indispensable fortalecer las capacidades de los trabajadores para mejorar la productividad y el ingreso.

Tercero, reducir los costos de comerciar internamente, importar y exportar. Un programa amplio de inversiones en infraestructura, planeado alrededor de reducir los costos logísticos principales, y un impulso adicional a las iniciativas de facilitación del comercio exterior.

Finalmente, promover un sistema integrado de ciudades que mejore la conectividad y reduzca las diferencias en la provisión de servicios básicos permitiría tanto a empresas como a trabajadores tomar decisiones de ubicación más eficientes.