En EL DOMINICAL, de EL COMERCIO, del 10 de mayo del 2015, se publicó un artículo de Guillermo Niño de Guzmán, titulado “La vida secreta de Gala”. Gala es el nombre de la que fue mujer de Salvador Dalí.
Guillermo Niño de Guzmán dice, entre otras cosas, lo siguiente:
“Gala ejercía un raro magnetismo sobre los hombres, como lo prueban sus romances con Paul Eluard y Max Ernst. Después, cuando se casó con Dalí –al que le llevaba diez años–, mantendría relaciones con otros amantes, alentada por el candaulismo de su esposo, quien nunca intentó frenar sus pulsiones eróticas.” (EL DOMINICAL, 10/V/15, 11.)
Un lector me pregunta qué significa candaulismo.
Candaules o más propiamente Candaulo, se llamaba un antiguo rey griego de los siglos VIII y VII, a. C., que dispuso lo pertinente para mostrar a su esposa desnuda ante su siervo Giges, de Lidia, sin que ella lo supiera. Cuando la mujer de Candaulo comprobó que Giges la estaba mirando desnuda, le ordenó elegir entre matarse o matar a Candaulo para castigar su falta. Giges mató al rey y lo reemplazó en el trono.
El candaulismo es la permisión en cuya virtud nuestra pareja (que puede ser la mujer legítima o la amante de turno) acepta tener relaciones, en nuestra presencia, con otra persona.
La visión de esa actividad copulatoria complace eróticamente a quien la permite y contempla.
El reemplazante ocasional tiene generalmente cualidades que el marido oficial no tiene: un miembro de gran tamaño, pericia copulatoria y capacidad repetitiva del orgasmo.
Eros vive de lo nuevo y distinto, quiere lo diferente, y por eso, cuando le presentan siempre lo mismo, se desmotiva y aburre.
A la mujer le ocurre otro tanto, con la sola diferencia de que pierde el interés sexual más lentamente que el varón.
De modo pues que una primera razón de la práctica del candaulismo es ésa: se hace para variar.
Pero en esta variación sexual la parte actuante es la femenina y la parte contemplante es la masculina.
Viendo el marido que a su mujer la hacen gozar como nunca, el marido goza también, identificándose con el hombre que lo sustituye. Es un goce por interpósita persona, un goce vicarial.
Hay al respecto una variación sadomasoquista y es cuando la mujer se queja y grita por no poder acomodar convenientemente el enorme miembro que le están introduciendo. Pero no se arredra ante el dolor y más bien se sobrepone a él y de esta manera prolonga la satisfacción sadomasoquista.