La inflación bajó, pero la convergencia no termina

Alfredo Thorne

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El BCR ha sido efectivo en reducir la inflación

Luis Miguel Castilla

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Luis Miguel Castilla

El BCR se ha mostrado complacido con la reducción de la inflación. En Lima llegó al 3,05% en marzo, por debajo del 8,40% del año pasado. Esto le permitió bajar su tasa al 6,25% en marzo, de un pico del 7,75% en agosto. Logrando, de esta forma, un círculo virtuoso de baja inflación y menores tasas que ha estimulado el consumo e inducido la aún tímida recuperación económica que se confirma en los primeros indicadores de actividad del año.

Muchos analistas anticipan que esta tendencia continúe, y esperamos que la inflación llegue al 2,8% en diciembre. Sin embargo, el propio BCR prendió las alarmas en su reunión de marzo cuando dejó su tasa sin cambio. De hecho, un análisis más detenido nos indica que buena parte de la caída de la inflación se debe a factores que probablemente no se repitan y cada vez le será más difícil llevar la inflación a su meta del 2%.

Estos son la reducción del precio de los alimentos y energía inducidos por la caída de los precios internacionales; la fortaleza de nuestra moneda producto de las altas tasas de interés; y el hecho de que la economía estuvo en recesión el año pasado e impidió que los fijadores de precios trasladaran sus costos a precios finales.

Estos factores empiezan a jugar en contra y le reduce al BCR sus grados de libertad para seguir bajando la tasa real de interés –la diferencial entre la tasa nominal y la inflación esperada– que determina el nivel de estímulo de la política monetaria. La sorpresa es que esta tasa ha bajado poco, llegó al 3,6% en marzo del 4,2% en agosto.

Pero el mayor reto del BCR es la FED. Por una parte, quisiera seguir bajando su tasa conforme baje la inflación. Pero esto arriesga que la diferencial entre su tasa y la de la FED se siga reduciendo de su nivel actual de 0,75 puntos porcentuales, lo que se podría agravar si la FED decide posponer su bajada de tasas a después de junio. Conforme esta diferencial se reduce, las apuestas en contra de nuestra moneda y a favor del dólar se hacen cada vez más baratas, y el BCR arriesga una depreciación que podría abortar la reducción de la inflación.