"Cariño bonito", por Pedro Canelo
"Cariño bonito", por Pedro Canelo
Redacción EC

PEDRO CANELO

Periodista

No esperes al 14 de febrero para ofrecernos tu mejor apología de lo cursi. De una vez que suenen todos los versos comunes de la balada favorita en el programa “Secretarias Románticas S.A.”. Disfrázate de Profesor Jirafales y acepta la tacita de café de tu queridísima Doña Florinda. Sácala, llévala al cine, cómprale un ramo de flores. Bésala, bésala mucho, como si fuera esta noche la última vez. Quizá ya pasaron de moda Yuri, Daniela Romo, Camilo Sesto y José José. Pero que el avance accidentado y apurado de los tiempos no sea un fácil pretexto para no quererse bien.

La fuerza del cariño hoy está perdiendo por goleada contra las estadísticas. Cada vez mueren más personas por violencia doméstica, cada vez hay más denuncias en comisarías por agresiones físicas y psicológicas. Parejas que confunden el afecto más honesto con una tóxica dependencia emocional. Rompen los platos en casa y después se amistan. Todo bien, no pasó nada. Después, incluso, puedes postular a la Alcadía de Lima, si quieres. Eso no es amor, son solo gotas de sudor en tu corazón.
Es peligroso hacerle caso a los ‘Grinch’ del amor. A veces, por querer jugar a ser poeta maldito, o rebelde sin causa, olvidas que el corazón necesita la gasolina del cariño para respirar con pasión. Agárrense de las manos (unos a otros, conmigo), sin discutir, sin desencuentros innecesarios a horas inadecuadas. A todos los Pablo Secada  –ese precandidato municipal que hoy es víctima de los acalorados líos dentro de su hogar– del mundo: dejen de pelear en casa. No te engañes, si no es amor del bueno, simplemente no te quiere. 
Que no muera la poesía a dos voces. Que aún las declaraciones de amor suenen al más entregado de los boleros. Mi abuela era un huracán de temperamento. Casi siempre estaba fastidiada por algo cercano o ajeno a ella. Pero así la queríamos sus nietos, sus hijos y su esposo también. El abuelo me dio prematuras clases de diplomacia cuando me decía que, para no discutir con ella, disimulaba una incurable sordera. Veinte años así, jugando a ser al mejor embajador de sí mismo para encontrar una saludable tregua. Antes de despedirse para siempre, haciéndose el que no me escuchaba bien, me contó el mejor de sus secretos: “Uno debe estar con quien más lo quiere”.
En este Día de San Valentín aprendamos a reconocer a quienes en verdad te esperan en casa. Amor del bueno no son peleas ni denuncias. Atracción fatal, solo la película. No sigan el ejemplo de Pablo Secada, mejor escuchen “Otro día más sin verte” de Jon Secada. Adelante, cántaselo. No esperes. Porque casi todos sabemos querer, pero pocos sabemos amar.