Alek Brcic Bello

Estimado peruano , ese que dice que “no tiene nada contra los homosexuales”, pero no cree que tengan derecho a casarse o tener hijos: felicitaciones, estás en el país correcto. Aquí nada ni nadie va a perturbar tu sueño. La hegemonía heterosexual tiene los cimientos bien sólidos y no se va a ver afectada por ese “maldito” lobby gay.

¿Y cómo podría hacerlo? Vivimos en un país con un Gobierno que no se preocupa por la población + y un Congreso al que no le interesa poner siquiera el tema sobre la mesa. Más bien, hace todo lo posible por retroceder en lo poco que se ha avanzado en educación sexual integral. ¿Qué pensarían los niños de ver a un par de señoras besándose en la puerta de una municipalidad? Aquí no va a pasar, ¿verdad?

Somos coleros en el continente e imagino que eso te llena de orgullo. En América Latina, junto con Paraguay y Venezuela, nos mantenemos al pie del cañón para evitar que dos calzoncillos puedan compartir la cama con la venia del Estado.

Malditas sean aquellas sociedades modernas que promueven el caos libertino en el que dos hombres o dos mujeres pueden ser una pareja reconocida ante la ley. A fin de cuentas, ese derecho a heredar o decidir sobre la salud de la pareja en su lecho de muerte debe estar sobrevalorado.

Todas esas distorsiones hay que dejárselas a países ‘subdesarrollados’ como los de Europa occidental, América del Norte u Oceanía. Esta es la tierra del inca y la ñusta, no la de los dos incas, por favor.

Y en el Perú, todas las semanas la sociedad nos recuerda lo fácil que es vivir con esas ideas. ¿Cómo habría alguna posibilidad de que las parejas LGTBIQ+ puedan alcanzar el mínimo de derechos si cuando en el Callao se quiere hacer una marcha por el orgullo la policía niega las garantías mínimas? Peor aún, le pide a los organizadores que se abstengan de realizar tal evento.

O si, cuando una pareja del mismo sexo decide casarse en el extranjero y espera que esta ceremonia se reconozca legalmente en su país, el Tribunal Constitucional le dice que no va a ocurrir. Incluso explica clarito en su sentencia que aquella unión “colisiona con la noción del matrimonio”. Esto, a pesar de que la pareja a la que va dirigida la decisión lleva más de cinco años casada en Estados Unidos.

También en el sector privado tienes aliados poderosos. Episodios como los del último fin de semana con la película “Lightyear” nos demuestran que este país está cómodo siendo injusto con las minorías sexuales. Porque, por más que Cineplanet, la cadena de cines más grande del país, se jacte de tener una política inclusiva, en la primera oportunidad que tuvieron de actuar con el ejemplo prendieron todas sus alarmas conservadoras. Así de mal estamos.

Puedes estar tranquilo, entonces, estimado peruano homofóbico, porque el panorama pinta bastante oscuro para las parejas del mismo sexo. Pero, a pesar de todo, tengo la esperanza de que algún día será distinto. Porque, aunque a pasos cortos, el Perú está cambiando. Lo demuestran detalles como un escueto comunicado y un curso del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, las campañas publicitarias inclusivas o la aceptación que cada vez más personas muestran hacia la libertad de amar.

Esta no se trata, sin embargo, de una lucha de unos contra otros. El objetivo no es enfrentar, sino educar. Y los que creemos en el matrimonio igualitario debemos tener un rol más activo en ello. Al fin y al cabo, la batalla que todos libramos es una de amor. Y cuando este es puro y bueno, solo fortalece.

Alek Brcic Bello Economista