Al menos unos nueve candidatos tratarán de convertirse en el Australia de Luis Castañeda este 5 de octubre. Buscarán, si no ganarle, al menos afearle la fiesta o meterle un gran susto. No va a ser fácil conseguirlo. Aunque la lógica –llámeles también encuestas– señalan que el favoritismo del ex alcalde de Lima es abrumador, los partidos nunca hay que darlos por ganados, más aun en el Perú, en donde no son extrañas las definiciones en el último minuto.
Pero Castañeda no es una impoluta naranja mecánica que deleita con su juego bonito. Su mayor virtud es su eficiencia para armar paredes (y puentes, viaductos y escaleras), que mantienen encandilada a su tribuna capitalina. Posee, además, un enorme aparato de imagen que contrasta con su predilección por el silencio.
Su talón de Aquiles es que tiene más ‘Robben’ (Comunicore, Caja Gas) que ‘Van Persies’ en su equipo, y cuando lo necesita, no le faltan los ‘De Jong’ para defenderse.
Aunque el partido lo tienen cuesta arriba, sus contendientes tampoco han hecho mucho para despertar simpatías. Luego del ‘tiki taka’ revocatorio, la alcaldesa Villarán hizo varias promesas que luego rompió con asombrosa facilidad: dijo que no iba a contratar concejales revocados y no tardó en volverlos a llamar; afirmó que no iría a la reelección, y volvió a ponerse las medias y los chimpunes. En lugar de renovarse, apostó por sus viejas glorias, es decir, la misma táctica fallida de Vicente del Bosque.
“No he mentido, solo he cambiado de opinión”, ha dicho para justificarse. “Si no postulo, las reformas corren peligro”, ha añadido en un alarde de mesianismo como un Mourinho cualquiera.
Esta vez irá con la camiseta de un equipo ascensorista, esos que suben y bajan en cada elección. ¿A cambio de qué? ¿Es que acaso este clubcito de medio pelo le dará cabida solo por el honor de entregarle la número 10? ¿Habrá acaso algún doble contrato bajo la mesa?
El resto del pelotón anda, por ahora, de media tabla para abajo. Pese a tener un mecenas poderoso, Heresi no muestra gran poder goleador y dejó de lado la ocasión de incorporar nuevos rostros para unirse al club de los fujimoristas reciclados. El aprista Cornejo dice ser muy técnico, pero los memoriosos aún recuerdan su poco prolijo manejo de la pelota pública (¿les suena el Instituto de Comercio Exterior?). Altuve ofrece mucho huevo, pero con tantos ‘Kukines’ y ‘Machitos’ Gómez a su alrededor, que su futuro electoral asoma oscuro.
Los que vienen más atrás siguen en la nebulosa, apostando por un golcito salvador o la consabida gitanería, para zafarse del rubro ‘otros’ y participar en serio en la contienda.
Los tres meses y pico que restan para las municipales son, electoralmente, un mundo en el planeta Perú. Como diría un periodista deportivo, “nada está dicho, nada está resuelto”. Que Castañeda no se confíe. Siempre hay un Chile que puede entrometerse en su camino.