Causa conservadora, por Ian Vásquez
Causa conservadora, por Ian Vásquez
Ian Vásquez

Hace 15 años ningún país en el mundo permitía el . Ahora son 19 los países donde es legal y varios otros lo han legalizado dentro de ciertas jurisdicciones o están por legalizarlo a escala nacional.

La Corte Suprema de Estados Unidos fallará en unos meses sobre la constitucionalidad de la prohibición por parte de muchos estados del matrimonio entre personas del mismo sexo. Se espera que la corte, considerada conservadora por muchos, dictaminará a favor, resultando esto en un cambio nacional que hace solo una década parecía improbable.

A veces, las transformaciones sociales –o por lo menos los cambios legales que reconocen una realidad– ocurren rápidamente. Esto parece estar pasando con la creciente tolerancia hacia la homosexualidad en algunas partes del globo. En el caso de Estados Unidos, por ejemplo, la opinión pública ha cambiado considerablemente en poco tiempo. En 1996, el 68% de los estadounidenses desaprobaba el matrimonio gay, mientras que un 27% lo apoyaba. Hoy, la mayoría está a favor. 

En el Perú, seis de cada diez ciudadanos se oponen a la unión civil entre personas del mismo sexo. La no tiene el mismo estatus social ni legal que el matrimonio, pero su aprobación sería un avance en la agenda gay. Ahora que la propuesta ha sido rechazada en el Congreso, vale la pena tomar en cuenta la experiencia de Estados Unidos, donde el nivel de oposición al matrimonio homosexual hace pocos años era parecido al nivel de oposición a la unión civil que existe hoy en el Perú. 

En ambos países, el rechazo más fuerte venía de los conservadores. Pero una de las razones que explican el cambio de opinión en Estados Unidos ha sido que una porción ascendente de personas apoya el matrimonio gay basándose en principios conservadores. Y los argumentos a favor los han esgrimido prominentes conservadores.

, abogado del Partido Republicano y quien ocupó un alto cargo en la administración de George W. Bush, argumenta que el matrimonio fortalece a las comunidades porque promueve la estabilidad y el compromiso de una persona con otra, que es una forma de pensar más allá de uno mismo y de invertir en el bienestar de la sociedad. Dejar de excluir a los homosexuales del matrimonio cumpliría ese objetivo. El escritor conservador (y homosexual) Andrew Sullivan argumenta que legalizar este tipo de matrimonio fomentaría la “cohesión social, la seguridad emocional y la prudencia económica”. Agrega que reduciría lo que muchos conservadores consideran la promiscuidad de los homosexuales y, en vista del problema del sida, promovería la salud pública.

El columnista Bret Stephens, de la página editorial de “The Wall Street Journal”, dice que el deseo de homosexuales de contraer matrimonio debe ser bienvenido, pues en un momento en que el matrimonio y la familia tradicional se encuentran debilitados por un alto nivel de divorcio y falta de compromiso hacia los hijos, existe ahora un grupo (los gays) que quiere participar de tal institución tradicional en vez de debilitarla. Charles Murray, influyente sociólogo dentro del movimiento conservador, se ha declarado a favor del matrimonio gay y no se opone a la adopción de tales parejas. De hecho, muchos conservadores son ahora los que desmienten afirmaciones antigays como que los matrimonios homosexuales desalentarían los de los heterosexuales o que los hijos de parejas gays se perjudican de alguna manera (no hay ninguna evidencia que sostiene tales aseveraciones).

El cambio social puede también ocurrir de manera rápida en el Perú, como ha ocurrido en Argentina o Uruguay, países que legalizaron el matrimonio y la adopción gay. Esa debe ser la agenda en el Perú dado que es respetar la igualdad ante la ley de los individuos, un derecho que, en un país moderno, debe ser reconocido por todo el espectro político.