Mineros ilegales atacaron la mina Ares hace diez días. Incendiaron y destruyeron el campamento y las instalaciones. No es la única forma de sabotear la producción minera. La vicepresidenta, Dina Boluarte, tiene otra forma de dinamitar la minería.
En el Foro Económico Mundial en Davos, Suiza, la representante del presidente atacó a la minería formal. Acusó a las mineras de contaminar el medio ambiente, los ríos, pastizales y lagunas.
Boluarte habló de niños con plomo en la sangre que, según dijo, solo vivirán hasta los 50 años. Sobre el conflicto de Las Bambas, dijo que “no hay una respuesta con aquello que se pacta en el papel y en el contrato”.
Para la también ministra de Desarrollo e Inclusión Social los contratos no sirven. Hay que ir más allá y a cada rato. O sea, hay que acabar con la seguridad jurídica.
Las mineras formales, expuso en Davos, ocupan espacios de las comunidades campesinas sin consulta previa. Y, entonces, ¿las mineras cómo tienen permisos, para qué los estudios de impacto ambiental y las negociaciones previas con las comunidades?
“Están muriendo mis hermanos y hermanas, las niñas y los niños, sus animales no tienen pasto para comer y los estamos matando de a poquitos”.
Esta acusación de que la minería mata niños es gravísima. Si yo acuso a alguien de genocidio debo sustentar la acusación. La ministra Boluarte no se ha preocupado de eso. Su discurso es falso y calumnioso.
A Boluarte la envió el Gobierno del Perú. Fue a Davos a decirle a todo el mundo que en el Perú los contratos no sirven, que los mineros serán considerados asesinos, contaminadores, ladrones de las comunidades.
El daño que ha hecho Dina Boluarte al Perú es inconmensurable. El Gobierno no ha aclarado su posición. Ha avalado, implícitamente, el mensaje dinamitero.
La señora vicepresidenta ignora todo sobre los requisitos para exploración y explotación minera. Ignora todo sobre la regulación ambiental y social. Ignora, pero condena, acusa y echa lodo.
La ministra hizo un llamado a los inversionistas del mundo. Después, expuso un discurso antiminero y antiseguridad jurídica. La señora Boluarte no tiene consistencia en lo que habla. Su discurso es díscolo y de doble personalidad, Jekyll y Hyde.
Sus palabras, en vez de alentar a inversionistas, los espantan. Sin inversión no hay producción. Sin producción hay pobreza y subdesarrollo.
La inversión minera formal ha venido sustentando el crecimiento económico. Con eso se ha podido obtener recursos para pagar los compromisos fiscales y el gasto social.
La señora Boluarte creerá, quizá, que el presupuesto del Midis cae del cielo. La verdad es que llega a través de la producción. Solo habrá más recursos si hay más producción.
Esto que parece tan obvio, no hace sentido a la ministra. Para ella van de la mano los ataques calumniosos y la exhibición de ignorancia con la llegada de la inversión extranjera.
Las palabras de Dina Boluarte ya tienen un impacto sobre inversionistas que podrían considerar al Perú. Después de escuchar a la vicepresidenta, habrán descartado al Perú.
La ministra nos condena, de esta manera, a la pobreza y a la desnutrición de los niños. Condena a las comunidades a vivir de la contemplación de los cerros, las lagunas y los pastizales.