Se trata de una ciudad que ha logrado habilitar 130 km de ciclovías en cinco años. Sendas para ciclistas planeadas, no hechas por antojo de las autoridades de turno ni por sus caprichos. Habilitadas en las calles donde pueden tener una medida adecuada para los usuarios, sin que exista el peligro de que dos ciclistas que van en direcciones opuestas choquen (¡por lo angosto del carril exclusivo!).
Comento desde Buenos Aires, que la ciudad que más quiero, Lima, tiene a alcaldes que llaman ciclovía a media vereda peatonal pintada de rojo. ¿Algún criterio técnico? No. ¿Alguna explicación? Menos. Lo que más llama la atención, replican mis interlocutores porteños, es que los limeños no critiquemos más este tipo de facilismos.
Los que llegan a la capital argentina luego de un tiempo dicen que sigue siendo la ciudad latinoamericana más europea, pero sin el brillo de antes. Los bonaerense que superan los 40 años evocan con nostalgia cuando su ciudad era comparada con Madrid o Barcelona. Sí, Buenos Aires no ha sido ajena al caos económico de todo el país. No obstante, el sistema de transporte integrado que ya está en marcha, con las bicicletas como protagonistas, tienen como ejemplo a las dos ciudades españolas mencionadas. Va la primera lección para Lima: una ciudad amigable para el ciclista no tiene por qué ser una proyección ajena a nuestra realidad o exclusiva de Europa.
Aquí, los medios promueven el tema con dos publicaciones semanales al respecto, desde nuevas rutas a opciones de negocio en la comunidad de ciclistas. El gobierno de la ciudad tiene una aplicación para smartphones que permite ver qué ruta conviene tomar en bicicleta, el tiempo que lleva y el tipo de ciclovía (exclusiva, compartida, en una calle con mucho o poco tránsito). La misma app permite hacer ‘fotodenuncias’. Es que aquí también los carros son estacionados en ciclovías, por mencionar una de las faltas que también padece Lima. Las fotos enviadas son evaluadas por la autoridad de transportes y esta define si amerita multa. Y el gobierno de Buenos Aires tiene el sistema de préstamos de bicicletas que en Lima solo existen en algunos distritos.
Asimismo, en la capital argentina las ciclovías son integradas. Si bien hay rutas que se truncan, esto se da después de varios kilómetros y hay obras para ampliarlas y conectarlas. Las autoridades, por lo visto y consultado, toman tan en serio el transporte en dos ruedas como la optimización del sistema de transporte público.
¿Críticas a este sistema? Las que tal vez aparezcan si la gestión de Lima Metropolitana trabaja junto con las distritales: los conductores de carros que se quejan por esta nueva especie urbana, el ciclista. Otro sector considera que se debe priorizar el orden del caos vehicular (lejano al de Lima, por cierto).
No obstante, el aumento de ciclistas urbanos que andan por las bellas avenidas Corrientes, Córdoba, Santa Fe y las que las cruzan, se impone ante las observaciones señaladas. Si en el 2007 había 30.000 viajes en bicicleta, en el 2012 hubo 150.000, y se calcula que este año cerrará con un promedio de 200.000 recorridos diarios sobre dos ruedas.
¿Se animarán los alcaldes de Lima?