(Ilustración: Giovanni Tazza)
(Ilustración: Giovanni Tazza)
Marco Kamiya

El Instituto Strelka está ubicado sobre el río Moscú, en un área donde funcionaba la antigua fábrica de chocolates Octubre Rojo y que incluye oficinas y un enorme patio para conferencias –donde a veces se proyectan películas, partidos de fútbol, documentales o se celebran obras teatrales–. Este es un modelo de espacio público con cultura y entretenimiento que tiene al medio el bar Strelka, que las guías de viajes recomiendan como un lugar de ocio. Strelka es un centro de estudios urbanos, que se ha expandido con artes visuales, estudios de ciudades, y economía y finanzas urbanas. El afamado arquitecto holandés Rem Koolhaas y el norteamericano teórico del diseño y futurólogo Benjamin Bratton se encuentran entre sus prominentes asesores.

Aquí se celebra una conferencia abierta en donde hablamos acerca del futuro de las ciudades de Rusia y de la economía urbana. Elena Korotkova, economista jefa del instituto, que estudió en su país y en Estados Unidos, explica que desde la economía las preocupaciones principales son cómo mejorar las políticas urbanas para incrementar el crecimiento, y cómo hacerlo, además, enfrentando otros dos temas mayores: el cambio de la estructura urbana para hacer las ciudades más viables y la oferta de servicios a la población en lugares alejados del país.

Renovar constantemente las ciudades y ajustarlas a los nuevos ejes económicos son temas imperativos en todas las urbes del mundo, pero en Rusia el asunto adquiere un carácter especial dado que los códigos de construcción de la época soviética todavía subsisten y conviven con las nuevas normas, lo que complica cualquier proyecto de mejora urbanística. El escenario es aun más complejo cuando se trata de reajustar aquellas ciudades en las que las actividades económicas han cambiado; en donde si antes la principal labor era fabricar acero, ahora es la de ofrecer servicios o productos electrónicos; o donde si antes se confeccionaba calzado, ahora se procesan alimentos. Esto obliga a reorganizar la forma urbana con cambios radicales.

Esta es una oportunidad para referirnos a los tres elementos básicos de las políticas nacionales urbanas (PNU) que se aplican en todos los países. El primero es aquel que traza los elementos urbanos para apoyar la estrategia productiva del país. Así, por ejemplo, si una ciudad o un país es un centro financiero o un polo manufacturero, la planificación debe, por consiguiente, centrarse en mejorar la movilidad para permitir el desplazamiento eficiente de las personas y bienes, así como facilitar ajustes en el mercado laboral mediante el transporte, un mercado de vivienda asequible y zonas de esparcimiento.

El segundo elemento de una PNU es proveer las líneas maestras que regulan y flexibilizan los mercados de tierras con normas e instrumentos financieros, además de dotar con una gobernanza apropiada a estas tareas. Idealmente, la PNU debería seguir la estrategia productiva decidida por el país para ser más viable. Esta tarea, no obstante, no es fácil en países de gran dimensión, como Rusia, China o Brasil.

La vastedad de Rusia, el país más grande del mundo con 11 ejes horarios que cubren un área que se extiende desde Europa occidental hasta el círculo ártico, vuelve arrogante cualquier pretensión externa de proponer una política nacional. Más aun si no se ha conseguido entender que, por sus dimensiones, cualquier estrategia en Rusia tiene que considerar elementos culturales, geopolíticos y económicos que van más allá de las políticas urbanas. No obstante, Rusia está modernizando seriamente sus principales ciudades. Moscú, por ejemplo, ha sido el eje de una gran renovación con 40 proyectos, y otros tantos están siendo implementados en el interior del país.

El apropiado nivel de descentralización es el tercer componente de la PNU. Aquí debe clarificarse cómo y quién decide y financia la infraestructura regional y local, y cuáles son los presupuestos, además de decidir la asignación de poderes y mandatos a diferentes escalas de gobiernos (central, regional y ciudad). Todo lo anterior en los campos de provisión de energía, construcción, normas y regulaciones, y generación de empleo a nivel local.

Todo país cuenta con políticas nacionales urbanas, algunas más explícitas y otras que desde hace mucho han sido incorporadas en forma implícita. Por ejemplo, Japón, Alemania y Corea del Sur desde los 60 han integrado sus políticas productivas con la renovación de sus ciudades, complementando la promoción de sectores productivos con la estrategia macroespacial, en una fórmula que tiene aciertos y virtudes.

Winston Churchill dijo alguna vez: “Rusia es un acertijo, envuelto en un misterio, dentro de un enigma” –lo que viene después es la parte menos conocida de la frase– “pero hay una llave, y esa llave es el interés nacional”. Hoy, los cambios en las ciudades rusas son menos misteriosos, y las llaves son las mismas ciudades siendo renovadas con gran esfuerzo para posicionarlas dentro del contexto global.

* Los comentarios del autor no comprometen a la institución a la que pertenece.