Diana Seminario

A dos años de las elecciones generales no se avizora nada –ni nadie– en el horizonte, y eso va poniendo nerviosos a quienes al verse ahora marginados del poder pretenden tomar la iniciativa. “¡Primer!”, diríamos cuando niños los que hoy ya pasamos los 50. Por eso, el predecible colectivo no hace otra cosa que quitar el velo a las pretensiones de varios que –permítanme la licencia– “yala” hace rato.

Los voceros de este experimento se atribuyen la representación de todos cuando en su “Manifiesto por la democracia” dicen: “Los peruanos necesitamos lograr un consenso para una salida pacífica y constitucional o por el adelanto de elecciones generales para ir hacia un período de transición”. ¿Quién les dijo a estos ilustres ciudadanos que “todos, todes y tod@s” nos sentimos identificados con este anhelo? Al parecer los más interesados con este “clamor popular” son ellos.

El documento dice también que “frente al debilitamiento democrático” proponen “la defensa de la separación de poderes, la autonomía de instituciones constitucionales y el avance de los procesos anticorrupción sin interferencia política”.

Veamos: “debilitamiento democrático”. Parece chiste que lo digan personas que con sus acciones avalaron la disolución del Congreso por Martín Vizcarra el 30 de setiembre del 2019. ¿Ya nos olvidamos de que fue Gino Costa –vocero de la coalición– el que le facilitó al entonces primer ministro Salvador del Solar la intervención para que presentara una irregular cuestión de confianza? ¿Nos olvidamos de que así forzó el cierre del Parlamento? Cómo entender que Marianella Ledesma suscriba este manifiesto si cuando fue presidenta del Tribunal Constitucional (TC) se puso de costado ante el atropello de Vizcarra. Felizmente, el actual TC ratificó lo que ya sabíamos: que no existe la “denegación fáctica de confianza” inventada por ‘Lagarto’.

“Defensa de la separación de poderes”, “la autonomía de poderes”, lo firma Marisol Pérez Tello, que como ministra de Justicia y Derechos Humanos descabezó la Procuraduría Anticorrupción cuando Julia Príncipe y Katherine Ampuero investigaron demasiado. Hablan de autonomía de poderes quienes firmaron un documento para que en el 2018 el entonces fiscal de la Nación Pablo Sánchez continuara en el cargo cuando no le correspondía, y son los mismos que llaman ‘golpe de Estado’ a una vacancia presidencial legítima y a una sucesión presidencial constitucional. “Merino no me representa” fue su consigna.

Manifiestan también su compromiso en el “avance de los procesos anticorrupción sin interferencia política”. Parece broma si el pronunciamiento lo adhiere Mirtha Vásquez, expresidenta del Consejo de Ministros de Pedro Castillo que prefirió el fajín mientras en sus narices se levantaban el país en peso. Supo de las irregulares visitas a la casa del pasaje de Sarratea, pero calló. Prometió entregar la lista de habitúes de la casa de Breña, pero seguimos esperando. Fue parte de uno de los peores y más corruptos gobiernos de la historia.

También figura como firmante la exministra Gloria Montenegro, quien fuera acuñista, vizcarrista y ahora morada. La ministra que avaló la probada corrupción de Martín Vizcarra, que por irregularidades como titular del Ministerio de la Mujer y Poblaciones Vulnerables no entregó abrigo a peruanos que padecían de frío en las alturas de Puno.

¿Nos va a hablar de lucha anticorrupción Mesías Guevara, quien apadrinó a ‘Los Niños’ de Acción Popular?

Lejos están los tiempos cuando estos “ilustres adherentes” con su efímero poder creyeron que podían colocarse por encima del resto. Nadie los ha nombrado policía de la institucionalidad.

No son los dueños de la democracia, sino todo lo contrario. Con sus acciones nos llevaron al precipicio y lo mejor que podrían hacer es asumir su responsabilidad.

Diana Seminario es Periodista

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