Martín Vizcarra sigue causando daño al país. Su vacunación secreta cuando era presidente ha ocasionado, entre otras cosas, la renuncia de la exministra Pilar Mazetti.
Mazetti no estuvo involucrada, pero una parte del Congreso, tan perjudicial como Vizcarra, pretendió censurarla, a pesar de todo. En plena pandemia, en plena incipiente y problemática vacunación, nos quedamos sin ministra de Salud.
La gestión Vizcarra no solo fue ineficiente en la adquisición de las vacunas. Tampoco supo mejorar la provisión del oxígeno, esencial en la lucha por la vida de los pacientes.
Desde que se dio la primera ola se sabía que se requería ampliar la producción de oxígeno medicinal. Se sabía desde junio del año pasado.
El gobierno actual solicitó a las empresas mineras una contribución, pero las plantas mineras no producen oxígeno, declaró Raúl Jacob, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE). Lo que han hecho algunas empresas, agregó, es donar plantas; o sea, comprarlas y regalarlas.
El total de demanda actual de oxígeno medicinal es de 510 toneladas al día. Actualmente se producen 400 toneladas. El déficit es enorme, 110 toneladas diarias.
El Estado ha comprado 63 plantas; la minería, 23 y otras empresas, 18 (El Comercio, 10.2.21, p. 10). Las plantas donadas, sin embargo, no funcionan.
Las 7 de Chinalco, por ejemplo, necesitan una reparación, a cargo del Minsa. Una de Minsur, no cuenta con permiso de Digemid. Otra, de Southern, está en mantenimiento y entraría a operar esta semana. La de Goldfields tiene trámites pendientes en Digesa.
Lo mismo sucede con empresarios que han comprado plantas pequeñas para sus comunidades. Las municipalidades fallan con los permisos, los trámites para el suministro de energía eléctrica se demoran.
Linde, la planta más grande del Perú, tiene una planta menor en Pisco que podría transformar oxígeno industrial a medicinal. Esa podría llegar a 80 toneladas por día. Carece, sin embargo, de la presión necesaria para transportarlo en isotanques.
Linde sugiere se adapte un hospital de campaña cerca de la planta. La importación de oxígeno también requiere de isotanques, que no tenemos.
La acción del Estado, lamentablemente, es lenta, enredada y muy poco eficiente. Por eso queda como única alternativa pedir la formación de un “comando oxígeno”, tal como surgió el “comando vacuna” y por cuya guía se facilitaron las tratativas con los laboratorios.
El gobierno de Francisco Sagasti consiguió firmar contratos, y gracias a eso hoy tenemos, aunque de a pocos, vacuna.
El “comando vacuna”, una iniciativa privada, abrió puertas, ahorró tiempo con los contactos y las rutas a seguir para las adquisiciones.
Carlos Neuhaus, después, fue nombrado secretario técnico del Grupo de Apoyo del Proceso de Vacunación. Es evidente que el Estado carece de la capacidad organizativa para disponer de la logística necesaria.
Debe hacerse lo mismo con el oxígeno, y con mayor urgencia. Necesitamos un grupo de personas dedicadas exclusivamente a hacer el diagnóstico del problema, a señalar las salidas, las facilidades, los destrabes y coordinar con el Estado y los privados.
Hoy llegamos casi al mismo número de muertos por día que en la primera ola. No dejemos que esta falta de organización y acción se lleve más peruanos.
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