La informalidad constituye uno de los principales desafíos para el desarrollo del Perú. La tasa de informalidad laboral afecta al 75% de la fuerza de trabajo; es decir, a aproximadamente 14 millones de trabajadores (INEI, 2023). En su mayoría, las microempresas –motor del tejido empresarial peruano– operan en la informalidad.
Revertir esta situación es indispensable para mejorar la calidad del empleo, escalar las oportunidades de inclusión económica y ampliar el acceso a servicios de protección social (pensiones, seguros, etc.). A pesar de la magnitud y persistencia del problema, no observamos un sentido de urgencia desde el Ejecutivo y el Legislativo. Se necesitan soluciones para concretar rutas de formalización que ayuden a los trabajadores y empresas a crecer y mejorar su bienestar. La buena noticia es que existen propuestas desde el sector privado, la academia y la sociedad civil para responder a este reto.
Para diseñar políticas públicas efectivas es necesario comprender los problemas que enfrentamos y no incurrir en supuestos sin cable a tierra. Nuestro país ha atravesado por profundas transformaciones en el transcurso de este milenio que no hemos comprendido a cabalidad, como, por ejemplo, el crecimiento de las ciudades, los cambios en la evolución de la pobreza (marcados por el incremento de la pobreza urbana y el recrudecimiento de la pobreza extrema rural), así como la expansión de la clase media y la digitalización de la vida social. A veces se cree que el Perú está sobrediagnosticado y que urge pasar a la acción, cuando en realidad se requieren lecturas actualizadas que contribuyan a entender mejor el Perú que somos. Antes de actuar, es prudente comprender.
En nuestro debate público persisten una serie de mitos, prejuicios y estigmas, así como valoraciones peyorativas y condescendientes, sobre los peruanos y peruanas que trabajan en la informalidad. En este contexto, resulta valioso contar con estudios que nos permitan comprender la realidad de la informalidad desde sus actores.
En noviembre se presentó la investigación “Radiografía de la informalidad en el Perú”, realizada por MiBanco, el Banco de Ideas Credicorp e Ipsos, que explora las percepciones, desafíos y aspiraciones de los negocios informales, así como sus valoraciones sobre la formalización. La metodología estuvo basada en encuestas cara a cara a dueños y encargados de microempresas informales de las 24 regiones del Perú.
Los hallazgos del estudio permiten discutir mitos fuertemente anclados en el imaginario público, como, por ejemplo, que no existe interés por la formalización. Se evidencia que nueve de cada diez emprendedores informales desean formalizarse. Entre los principales beneficios asociados a la formalización destacan el atraer clientes y hacer crecer sus negocios, ya sea a través del acceso a servicios financieros (como préstamos), así como evitar multas y sanciones.
Frente al interés de la mayoría de los microempresarios participantes en el estudio por formalizarse (88%), surgen barreras institucionales y de gestión pública, como altos costos, complejos trámites y requisitos solicitados para formalizar una empresa (por ejemplo, licencias municipales). Una alerta que emerge del estudio es la falta de información sobre los pasos a seguir para formalizarse, evidenciándose el desconocimiento sobre requisitos claves, como la emisión de comprobantes y el pago de impuestos.
Responder al reto de la informalidad requiere construir soluciones efectivas que partan de la realidad y conecten con las aspiraciones de los emprendedores, así como apoyar el crecimiento de sus negocios. Enfoques excesivamente punitivos o cargados de tecnicismos alejan a los emprendedores de la ruta de la formalización. Hacia adelante, es necesario repensar las estrategias de comunicación y sensibilización, así como simplificar la ruta hacia la formalización.